viernes, octubre 18, 2024
22.9 C
Asunción

Consciencia animal y revoluciones

El animal cómo el ser humano también reflexiona, no de la misma forma porque cómo nosotros tiene sus prioridades, cómo su alimentación, manadas, enjambres, bandadas. Algo que el ser humano, quizá de forma tardía estamos mostrando interés y destacando el cómo, porqué y para qué piensan los animales. 

Ahora  se publicó la “Declaración de Nueva York sobre la Conciencia Animal”, firmada desde entonces por 287 investigadores. Esto exige una reflexión sobre la forma en que tratamos a los animales, vertebrados e invertebrados, ya sea en la investigación experimental o en la cría. Unos medios entrevistan a Martin Giurfa, neuroetólogo, y Athanasia Sotiropoulos, directora de investigación del Inserm, sobre el alcance de este evento.

Existe una “posibilidad realista” de que todos los animales vertebrados, pero también muchos invertebrados, incluidos los cefalópodos, ciertos crustáceos e incluso insectos, posean alguna forma de conciencia. Como resultado, sería “irresponsable ignorar esta posibilidad” en la forma en que tratamos a estos animales. 

Esta afirmación de por sí ya es revolucionaria para quienes no den la razón a sus mascotas cuando ésta no obedece una orden obtiene su forma de reaccionar ante lo que vea o escuche.

Aprender y desaprender

El texto que firmado que habla acerca de la consciencia animal publicado el 19 de abril  fue firmado hasta la fecha por 287 filósofos, especialistas en ética, etólogos y neurobiólogos especializados en la conciencia animal.

Una que existe en el animal y debemos tener en cuenta cuando los agredimos,nos burlamos de ellos o tratamos mal, porque aunque no se comuniquen cómo nosotros, piensan, meditan y reflexionan acerca de lo percibido por sus sentidos cómo la condición humana. La misma  que aunque podamos comunicarnos, conocer y aprender cómo trabajar juntos alrededor de proyecto común parece que en ocasiones no logramos meditar bien y concluir buenos resultados para los seres vivos que nos rodean, incluso para nosotros mismos, porque seguimos siendo racistas, xenófobos o antisemitistas, que nos lleva a destruir.

Humillar o arruinar cualquier proyecto que tendría éxito si lograramos coincidir entre todos alrededor de algo que beneficie a la condición humana, que solo es una y tiene seguridad de sobrevivir y perdurar en el tiempo o espacio en el que nos toque existir.  Si aceptamos a quien consideremos “diferente” aunque solo se vea, sienta o escuche distinto sin más razones fuertes que justifiquen su rechazo, ignorancia o exclusión de algún proyecto colectivo humano habremos avanzado bastante en la comprensión de esta complejidad.

Más del autor

Dilemas con la fauna silvestre

Largos silencios

Tiempo de mujeres