Es una costumbre y lo vemos como algo normal, quejarse de los gobernantes. Y de hecho, hay veces en que merecen lo peor…
Por esto es bueno, analizar un poco “quién” y “cómo” llegaron al poder. Para ello, exponemos aquí a dos grandes pensadores: CONFUCIO Y MAQUIAVELO, y algunas de sus frases de tal forma a evidenciar cómo pensaban y –poniéndolos en el contexto personal- encontrar alguna que otra respuesta a la gran interrogante del porqué tenemos gobernantes tan malos…
Frases célebres utilizadas por Maquiavelo: “El fin justifica los medios”. “Para mantener el poder, un hombre no puede pensar en los demás ni tener preocupaciones banales, sino que debe centrarse en uno mismo y ser disciplinado para conseguir su propósito a cualquier precio”. “Divide y vencerás”. “Un príncipe jamás predica otra cosa que concordia y buena fe; aunque es enemigo acérrimo de ambas; ya que, si las hubiera observado, habría perdido más de una vez la fama y las tierras”. Y su célebre “La política es el arte de engañar.
Ahora veamos algunas frases de Confucio: “El guerrero más poderoso es aquel que se conquista a sí mismo. El hombre sabio busca lo que desea en su interior. El necio, lo busca en los demás”
“Saber lo que es justo y no hacerlo es la peor de las cobardías”. “Cuando veas un hombre bueno, piensa en imitarlo. Cuando veas un hombre malo, examina tu propio corazón”. “El buen líder sabe lo que es verdad, el mal líder sabe lo que se vende mejor” “En un país bien gobernado, la pobreza es algo que avergüenza. En un país mal gobernado, la riqueza es algo que avergüenza”.
Al leer estos pensamientos de dos famosos filósofos de la historia, nos damos obviamente cuenta de que estamos gobernados mayormente por la filosofía del autor de El Príncipe. Pero, parafraseando un poco al gran Confucio, ¿será que no deberíamos enfocarnos más en gobernarnos a nosotros mismos y así ser sabios y poderosos? ¿Será que nos es más fácil criticar a los gobernantes y nosotros –muy pero muy en el fondo- estamos llenos de valores no tan elevados? ¿Qué haríamos si estuviéramos en esos lugares de poder? ¿Nos atreveríamos a realizar esos grandes cambios que reclamamos o simplemente haríamos oídos sordos a cambio de grandes fortunas?
Esto de ninguna manera pretende justificar la paupérrima gestión de nuestro gobierno –dista mucho de ello- pero sí pretende llevarlo al contexto personal, al autoanálisis… ¿Cuántas veces hemos aplaudido al “vivo”, al que, utilizando artimañas y engaños u otros medios poco honestos, ven acrecentadas sus billeteras o cuentas bancarias como si nada? La frase “Cada pueblo tiene el gobierno que se merece” es muy dura, pero muchas veces, sólo desnuda una realidad que pocos se atreven a mirar.