Cuando sentís un ligero equilibrio mental y emocional, creés que ya te encontrás apto para dejar a un lado las terapias psicológicas. Sin embargo, ¿cómo saber cuando en verdad llega el momento, para luego no sumirte en una recaída por dejar a la deriva tus sesiones?
Una vez que acudiste al psicólogo, sentiste el verdadero impacto en tu vida, equilibrando tus emociones y pensamientos intrusivos de una manera positiva para tu salud.
Teniendo en cuenta un material publicado por el español Jonathan García-Allen, licenciado en psicología, la psicoterapia te aporta múltiples beneficios, aparte de contribuir a que te conozcas más.
El experto también manifestó que un psicoterapeuta es un profesional de la salud mental especializado en las áreas cognitiva, afectiva y conductual, que puede ayudar al empoderamiento del individuo frente a las circunstancias del día a día, mejorando su calidad de vida.
Así, aunque resulta innegable el sinfín de beneficios emocionales, en los hábitos y comportamientos de las personas, la terapia no se destaca por una atención eterna; una vez que se notan las influencias positivas en la vida del individuo, se debe llevar a cabo el proceso de separación de tu terapeuta, siempre y cuando sientas un verdadero equilibrio en tu vida.
“Hay varios aspectos para analizar. Va a depender de la persona, como así también del ambiente. Lastimosamente en la mayoría de los casos, cuando alguien se siente un poco mejor, abandona la terapia y eso hace que tenga una recaída muy fuerte”, argumenta la licenciada en psicología clínica, Eraida González.
Según el material de Vice, Ghislain Rubio de Teran, terapeuta especialista en relaciones y ansiedad, los problemas emocionales en una relación médico-paciente son similares a los que se experimentan en las relaciones románticas o familiares.
“La terapia tiene tres etapas. En la primera el terapeuta y el paciente se conocen, formando una alianza. En la segunda trabajan en la relación y luego viene la etapa de separación. Es normal que resulte difícil; de hecho, terminar la relación con un terapeuta es parte de la terapia”, afirmó la profesional.
PASOS A SEGUIR
Para la psicóloga González, no deberían existir tantas imposibilidades para dar por finiquitadas las visitas al terapeuta, pero lastimosamente sucede más cuando no se respeta la ética. Por eso, para la licenciada es necesario que el profesional tenga las herramientas adecuadas para hacer terapia psicológica, sin generar apego por parte de su paciente hacia sus atenciones brindadas.
Ante ello, la psicóloga clínica Jennifer Delgado Suárez publicó tres pasos que se pueden seguir para un efectivo desapego del terapeuta, una vez que sientas seguridad de la finalización de la ayuda.
1. Buscá la causa del abandono: Antes de tomar una decisión, intentá comprender qué te motiva a dar ese paso. Buscá entre las razones más comunes para abandonar la psicoterapia y cerciórate que son buenos motivos y no se trata de una resistencia al cambio o de la falsa percepción de no necesitar el tratamiento.
2. Honestidad y claridad: Comentá a tu terapeuta cómo te sentís y por qué has decidido terminar el tratamiento. Expresá tus motivos de la manera más objetiva posible, sin atacar. Recordá que, después de todo, la psicoterapia está destinada a terminar, pues no puede ser un proceso que se extienda al infinito.
3. Escuchar razones: Es probable que el psicoterapeuta te dé razones para continuar el tratamiento, motivos que pueden ser perfectamente válidos y lógicos. No te cierres de antemano a sus argumentos y no pienses que está intentando convencerte a toda costa; escucha y, más tarde, cuando llegues a casa, valora esas ideas.
“Independientemente de la situación, lo ideal sería que la persona acuda al psicólogo por lo menos 2 veces al año, una vez que termine, así la salud mental siempre estará resguardada”, recomendó la licenciada Eraida, como un componente agregado.
Así también, finalizó diciendo que no se puede decir con exactitud en cuánto tiempo una persona debe dejar la terapia psicológica, pues todo depende de sus procesos. No obstante, algo sí es bien claro: las visitas al psicólogo deben realizarse por tu propio bienestar y no deberían convertirse en una simple costumbre por no querer abandonar las terapias.
