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¿Cómo aceptar y canalizar la ira?

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Caracterizada como una emoción inherente, la ira constituye una reacción directa ante todo tipo de sensaciones que se ven particularmente influenciadas cuando un hecho nos enerva o enoja incontrolable.

Desde una pelea con un ser querido, alguna decepción al momento de fallar con una tarea específica, hasta perder alguna apuesta o competencia, la ira puede estar presente en cualquier tipo de situación y siendo motivada por cualquier causa no específica.

Charles Darwin en su libro “La expresión de las emociones en los animales y en el hombre” destacó que la ira es adaptativa.
Andrea Martínez Pellicer psicóloga, investigadora y divulgadora científica, en su blog de psicología, destacó que no se puede negar la existencia de la ira, la única diferencia que existe es gente que puede controlarla o canalizarla más que otras; por ello, la profesional resaltó la importancia de identificar las reacciones y, posteriormente, saber cómo calmarlas.

¿CÓMO REACCIONA EL CUERPO ANTE LA IRA?
Cognición del enfado: Los pensamientos que nacen de esta emoción son de injusticia y desacuerdo, entre otros. El enfado va muy unido a los valores, ya que en muchas ocasiones, las personas se enojan luego de juzgar la conducta de alguien más en función de los principios.

Sensaciones fisiológicas: Ante el enfado, el cuerpo se activa rápidamente. A nivel adaptativo, es como si alguien se estuviera preparando para luchar. Una persona se pone en alerta y se vuelve más agresiva; así, se notará como aumenta la tasa cardíaca, se tensan los músculos (la mandíbula, los puños), la respiración es más rápida y la temperatura corporal aumenta.

Comportamiento: Va relacionado de manera directa con las reacciones principales de una persona al momento de enfadarse. En ocasiones, el grito o la expresión facial de enojo es mayoritaria. No obstante, no consisten en las únicas expresiones, pues el silencio, el llanto, la burla, las represalias, entre otras, son conductas derivadas del enojo; aunque son más sutiles, no por ello dejan de ser importantes.

¿CÓMO GESTIONAR LA IRA?
Es indispensable antender a la emoción: cuando sientas que te invade la ira, debes pausar por un momento tus reacciones y atender: ¿qué te está haciendo sentir de ese modo? ¿Podrías cambiar partes de la historia para bajar la intensidad de tu enfado?

Esto te permitirá canalizar mejor tus emociones, sin reaccionar de manera excesiva.

Demostrá tu enfado: Es una oportunidad de acercarte a la otra persona, siempre y cuando lo hagas con respeto. En este momento, debes actuar siendo empático y poniéndote en la piel del otro, comprendiendo por qué ha actuado de esta manera, teniendo en cuenta sus circunstancias.

Responsabilizate del enfado: Reconoce que la persona que experimenta el malestar eres tú y no la otra persona. No culpes al otro por sentirte así, somos nosotros los que generamos y creamos la experiencia. De hecho, dos personas pueden vivir una misma experiencia de una manera distinta.

Explica qué es lo que necesitas: No debemos permitir que la otra persona tenga que adivinar por qué nos sentimos así o como queremos ser tratados. Por eso es importante comunicar las emociones, internalizándolas y brindándote así la oportunidad de intercambiar la manera en que te sentís.

Aprende a relajarte: Ser capaz de disminuir tu activación, desconectar y volver a reconectar con el mundo es muy útil en la gestión emocional. Te das un tiempo muerto para volver a las vicisitudes de la vida y continuar de una manera más respetuosa.

Equipo Periodistico
Equipo Periodistico
Equipo de Periodistas del Diario El Independiente. Expertos en Historias urbanas. Yeruti Salcedo, John Walter Ferrari, Víctor Ortiz.

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17-12-24