martes, septiembre 30

Bloqueo mental / Félix Martín Giménez Barrios

Quizá para muchos de ustedes, el quedarse sin ideas en algunos momentos podría
resultar de lo más aterrador. El pavor aparece cuando las palabras correctas no llegan
y el tiempo va en nuestra contra. Desde chicos se nos dice que la mente y los
pensamientos deben de estar siempre ordenados. Aunque, ¿y si ese vacío
momentáneo no es una falla en el sistema? Tal vez se trate de un espacio justo y
necesario para reacomodar datos y volver a empezar.

A algunos les sorprenderá saber que algo como el bloqueo mental no está reservado
únicamente para los artistas o escritores. Independientemente de la profesión, todos
en algún momento enfrentamos esa molestosa sequía creativa. Cumplir con las
expectativas de los demás, siempre nos exige el brindar resultados inmediatos. No
obstante, el forzar los pensamientos muchas veces no da buenos resultados. Hay
veces en las que algo tan complejo como la mente humana debe descansar para
avanzar.

A lo largo de la historia y por más paradójico que parezca, muchos genios han
valorado el ocio como herramienta. Friedrich Nietzsche tenía el habito de pasar horas
recorriendo montañas y bosques, muchas de sus obras como “Así hablo Zaratustra”
surgieron de esos paseos. Albert Einstein y Charles Darwin tenían rutinas similares
que consideraban como sagradas. La inactividad puede ser cuna de ideas
asombrosas. Evidentemente algo como la creatividad no sigue horarios estrictos.

Nos encontramos en tiempos en donde se idolatra ciegamente la productividad
extrema y la eficiencia máxima. Somos bombardeados en redes sociales con
mensajes positivistas y moralinas baratas, se nos muestran logros y nunca dudas. Ya
deberían saber que hay cosas que no se pueden controlar por más que lo intentes, la
mente no es infalible. Saber reconocer los momentos de pausa y silencio nos hace
personas sabias. La calidad siempre nace de la paciencia.

En fin, si volvemos a experimentar esa sensación de vacío mental, en lugar de
desesperarnos, deberíamos considerar ese momento como una invitación a la
introspección. La mente en blanco no debería ser considerada como una tortura, sino
un periodo de análisis y nuevas chances. Un breve recordatorio de que nuestra salud
mental necesita momentos de calma. El verdadero problema no es quedarse sin ideas,
sino el miedo a lo que podamos ver y enfrentar en ese silencio.