El bienestar o la felicidad es algo que buscamos desde el descansar, despertar, trabajar, transcurrir nuestras jornadas y para eso acostumbramos a vestir atuendos cómodos y/o atractivos, alimentarnos con lo que nos dé energía, satisfaga o aumente nuestros niveles de dopamina, algo importante, más no es todo nunca, porque es cómo la alegría, algo fugaz, cómo recibir un mensaje por las redes, consumir una bebida o comida rápida que produzca una sensación de placer o satisfacción momentánea, cosa que en lo posible queremos prolongar para no solo sentirnos sino estar feliz donde, cuando y con quien nos toque existir.
Arthur C. Brooks, catedrático de Harvard dice: “La gente que es realmente feliz hace 4 cosas cada día que son la clave de su felicidad”, estas cosas son; práctica de la fe religiosa, una relación sólida con la familia, amistades auténticas y un sentido de propósito en el trabajo o lo que lo tenga ocupado en el día. Brooks insiste en que la conexión con otros, el sentido espiritual y el propósito profesional no son lujos, sino necesidades humanas básicas que sostienen el bienestar psicológico.
Particularmente les digo que lo que me hizo feliz fue el momento en que deje de respirar por la traqueotomía y use la nariz, tragar, comunicarme con palabras y volver a estar de pie, luego de días de estar acostado o en silla de ruedas por muchos días y semanas. Aunque existan cosas, personas y situaciones que me hagan feliz o me pongan alegre, el accidente que sufrí y la nueva vida desde el 2011 me hizo agradecer diariamente por lo básico que pueda hacer y las pequeñas habilidades o herramientas que me sirvan para algunas tareas que deba cumplir.
Cuando algunos recuerdos desagradables o pensamientos incómodos me quieran ahogar solo inhalo por la nariz y exhalo por la boca para una estabilidad racional y emocional, luego continuo con los compromisos o lo que me tenga ocupado. Debemos aprender a estar y ser felices con las pequeñas cosas que tengamos y sobre todo con las habilidades físicas y mentales que otras personas no tienen cómo poder ver, escuchar, respirar, tragar o caminar sin asistencia, ayuda o lo que nos de seguridad para evitar traspiés. A su vez sigo los consejos de los médicos, terapeutas y quienes se hayan preparado en recuperar bien a personas con politraumatismo craneoencefálico y lesiones en la rodilla.
Aprender a vivir
Tomo en cuenta las recomendaciones del catedrático estadounidense, afortunadamente tuve y tengo la compañía de mi familia y amigos, que es fundamental para alcanzar una buena reconexión neuronal y sentirse integrado al mundo que antes desde una silla de ruedas usando un collarín para sostener el cuello, traqueotomía para respirar o sonda nasogástrica para alimentarme, la felicidad no era algo natural en mi vida. Y lo más desagradable desde hace más de 13 años es saber que mi novia dejó de existir. Lo que me llevó a imaginarme a ella tocándome el hombro y con su acento sureño de los EE. UU me dice; “Iñaki you can, don’t give up, tú puedes, no te rindas.

Licenciado en ciencias politicas (UNA), comunicador, productor y editor de contenido creativo para medios de comunicacion o intereses particulares
