“El hombre de goma”, “El Saltarín Rojo”, “El goleador inigualable”, “El Paraguayo de Oro”, “El Hombre de Mimbre”, “El Duende Rojo”, “Mister Gol”, “El Virtuoso”, “El Semidiós”, muchas fueron las muestras de cariño que a lo largo de su trayectoria en el fútbol, recibió el paraguayo Arsenio Erico.
La prensa de las décadas del 30 y el 40 no ahorraba en alabanzas y descripciones sobre cómo jugaba y el Club Nacional fue testigo del inicio de este grande, quien es considerado por la FIFA como el mejor jugador paraguayo de todos los tiempos y uno de los mejores futbolistas sudamericanos de la historia.
Arsenio es el máximo goleador en la historia del fútbol argentino con 293 goles y registra mejor promedio por haber convertido estos tantos en 183 partidos menos.
LOS INICIOS DE ARSENIO
Arsenio Erico nació el 30 de marzo de 1915 en Asunción. Empezó su carrera en el Club Nacional a los 15 años, en Primera División. En 1932 estalló la Guerra del Chaco entre Paraguay y Bolivia, como Erico aún no tenía edad de ser enrolado, le permitieron acompañar una gira en una selección de la Cruz Roja con fines de recolección de fondos y luego deslumbró en tierras argentinas.
Le echaron el ojo los dirigentes de River Plate e Independiente, y estos últimos pudieron hacerle firmar un contrato profesional, pero Erico debía eventualmente hacer la conscripción efectiva en su patria que estaba en guerra. Después, los argentinos le consiguieron un permiso especial del Ministerio de Defensa guaraní para que iniciara lo que sería una brillante carrera en Argentina.
Debutó para los Rojos del Independiente el 6 de mayo de 1934 contra Boca Juniors sin marcar goles, tenía apenas 19 años y en la siguiente fecha contra Chacarita Juniors logró el primero de sus 293 goles.
En 1937 el mundo fue testigo de todo su potencial: 47 goles en un solo año jugando 34 partidos, cifra que le significó ser el máximo goleador en un torneo largo. Además es el goleador con mejor promedio en un campeonato con 1,43 goles por partido.
En 1938 llevó al Independiente a su primer título nacional en la época profesional y de remate repitió el récord de goles por año, marcando 43 tantos. Al año siguiente, efectuó 40 goles logrando el bicampeonato para los Rojos.
En 1942, Erico tuvo discusiones con los nuevos dirigentes de Independiente y se marchó al Paraguay y saldó una vieja deuda personal y familiar: sacar campeón al Nacional.
Brilló como astro uno de los más grandes futbolistas sudamericanos de su tiempo. Marcó más de 300 goles en su carrera, sumando los convertidos para Nacional, sobre todo en la campaña de 1942 en la que se consagró campeón.
EL HOMENAJE
En 1970, Erico asistió en Asunción a su propio homenaje dedicado con la disputa de un partido amistoso entre las selecciones de Argentina y Paraguay, ante un estadio Defensores del Chaco que se presentaba al tope de su capacidad.
En la ocasión, le fue otorgado un trofeo de reconocimiento al tiempo de dar una vuelta completa al campo de juego en medio de aplausos. En 1977 su pierna izquierda tuvo complicaciones sanguíneas y fue amputada. Parecía que se estaba restableciendo su salud, pero tuvo un paro cardíaco fatal el 23 de julio de 1977.
Al día siguiente de su muerte, Independiente jugó contra River Plate, y las personas coreaban con lágrimas en los ojos: “Se siente, se siente, Erico está presente”. El estadio de Nacional lleva su nombre, al igual que una tribuna del Defensores del Chaco, como asimismo la platea más importante del Libertadores de América, estadio de Independiente.
Información tomada de la web del Club Nacional.
Fotos. Cortesía del Club Nacional y Radio Nacional.
Curiosidades:
- Pese a ser considerado el más grande exponente en la historia del balompié guaraní, Erico nunca llegó a jugar por la selección de Paraguay porque durante el Mundial de 1930, apenas contaba con 15 años y tras emigrar hacia el vecino país quedó inhabilitado reglamentariamente, en aquel entonces no podía ser llamado para integrar el representativo nacional un jugador que milite en el exterior.
Antes del Mundial de Francia 1938, Argentina pretendía armar un equipo potente en pos de lograr la Copa e intentó convencer a Erico para que se nacionalice, así podría vestirse la azulceleste y blanca por la suma de 200.000 pesos que en aquel tiempo representaba una cifra principesca, pero dijo que no y que antes que nada, era paraguayo. Esto llegó al conocimiento entre los hinchas argentinos, quienes le aplaudieron por el noble y sencillo patriotismo.