El decano de una facultad del norte del país se hizo aplicar la vacuna anti COVID 19 sin tener la edad necesaria para estar en el primer turno Y alegando que no había personas esperando su dosis. Es un argumento cretino ya inventado por los argentinos en sus mundialmente famosos “vacunatorios VIP”, bajo el lema no menos idiota de “ya que se abrió el paquete y no había nadie cerca…”
Como es sabido, todos las sociedades -incluidas las mas avanzadas- han establecido niveles de prioridad para aplicar el suero de inmunización contra el COVID 19. Primero en la lista está el personal médico en todos sus niveles, empezando por los intensivistas que viven al pie de los enfermos, los clínicos, las enfermeras, los especialistas, laboratoristas, el personal de ambulancias, etc. Luego vienen las personas de edad avanzada, bajando desde los 90 a los 80, luego a los 70 y así sucesivamente. A continuación están los grupos que, independientemente de su edad, concentran factores de riesgo severos, como los enfermos dializados, los pacientes en quimioterapia, los trasplantados y personas con diversos grados de compromiso orgánico por enfermedades de toda clase. Al final de la lista están los menores de 60 hacia atrás. Este orden de prioridades fue adoptado en los países avanzados por una cuestión de urgencia, para proteger antes que a nadie a los sectores más vulnerables.
En el tercer mundo, en cambio, aparte de salvaguardar a los más vulnerables es más bien cuestión de escasez de vacunas. Por eso se acordaron sistemas de agendamiento. Como las vacunas vienen en lotes determinados, ningún pack se abre si no están presentes todas las personas que van a ser vacunadas. El sistema no recomienda abrir primero las cajas y luego ver quien está a mano para usar su contenido. Si este es el caso del decano comentado por la prensa, caben dos posibilidades: o los que tienen a su cargo la aplicación del suero son unos ineptos totales o el decano miente. O tal vez sean ambas cosas al mismo tiempo. Esta excusa, inventada en Argentina queya dijimos, ha servido para dejar expuestos a los sinvergüenzas y ventajeros de siempre que se aprovechan de su poder e influencia.
Parece poca cosa pero esta forma de “saltarse la fila” define claramente a los que tienen apego a la ley por un lado y a los inciviles trogloditas por el otro.
