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Alerta roja en Paraguay

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Las manifestacio­nes que están ocurriendo en América Latina y el Caribe son una muestra de que, a pesar de décadas de crecimiento económico y prosperidad, persisten las percepciones de injusticia y pérdida de dignidad, en es­pecial entre la clase media y la población histórica­mente marginada de esta región, según un informe elaborado por el PNUD. Paraguay se encontraría en alerta roja.

Así lo argumenta el Pro­grama de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) en su Informe sobre Desarrollo Humano 2019, titulado “Más allá del ingreso, más allá de los promedios, más allá del presente: desigualdades del desarrollo humano en el siglo XXI”.

El Informe sobre Desarro­llo Humano, pionero en el uso de una aproximación más holística para medir el progreso de los países más allá del crecimiento econó­mico, afirma que, a la vez que se están reduciendo las brechas en las necesidades más básicas, con cifras sin precedentes de personas que escapan de la pobreza, el hambre y las enferme­dades, una nueva genera­ción de desigualdades está emergiendo. Estas nuevas brechas se están articulan­do en torno a cuestiones como la tecnología, la edu­cación y la crisis climática, reflejando las nuevas ca­pacidades necesarias para prosperar en el siglo XXI.

“Diferentes desencade­nantes están llevando a la ciudadanía las calles: el coste de un tiquete de tren, el precio del petróleo, la demanda de libertades políticas, la reivindicación de justicia y equidad… Es el nuevo rostro de la desigual­dad y, tal y como afirma el Informe sobre Desarrollo Humano, la desigualdad tiene solución”, señala el Administrador del PNUD, Achim Steiner.

El Informe destaca que en América Latina y el Caribe, la percepción de injusticia respecto a la distribución de la riqueza ha aumenta­do desde 2012, recuperan­do niveles de finales de la década de 1990. Los niveles de desigualdad en cuanto a la felicidad comunicada por las propias personas (también conocida como “bienestar subjetivo”), que habían permanecido estables en la región hasta 2014, ha aumentado desde entonces.

El Informe analiza la desigualdad más allá del ingreso, más allá de los promedios y más allá del presente, y propone una serie de políticas para abor­darla.

UNA HISTORIA DE EXCLUSIÓN Y DE BÚSQUEDA DE LA DIGNIDAD

De entre los primeros 50 países de mayor desarro­llo humano en el mundo, Argentina tiene el índice más alto de desigualdad en cuanto a esperanza de vida, y Chile el índice más alto de desigualdad en cuanto a ingresos, Según el Índi­ce de Desarrollo Humano Ajustado por Desigualdad.

“Abordar la desigualdad es algo que nos concierne a todos”, afirma Pedro Conceição, Director de la Oficina encargada del Informe sobre Desarrollo Humano del PNUD. “De­bemos descartar la falsa creencia de que un mayor crecimiento conlleva una mayor desigualdad, o de que una mayor igualdad inevitablemente supone una reducción del creci­miento”.

Según indica el Informe, muchas desigualdades de América Latina según la pertenencia a un grupo se remontan a la época colo­nial.

Por ejemplo, un estudio citado en el informe refleja que el origen étnico reduce la probabilidad de salir de la pobreza en México en 12 puntos porcentuales y au­menta la probabilidad de volver a caer en la pobreza como consecuencia de la vulnerabilidad en 10 pun­tos porcentuales.

“Tradicionalmente, la desigualdad se asocia a pa­trones de exclusión econó­mica, social y política. En este sentido, independien­temente de su importancia normativa, esta situación conlleva costos sociales y económicos significativos para la sociedad”, afirma el Subsecretario General de las Naciones Unidas y Di­rector Regional del PNUD para América Latina y el Caribe, Luis Felipe López- Calva.

El Informe afirma que la dignidad, como trato igua­litario y la no discrimi­nación, puede ser incluso más importante que una inequitativa distribución de los ingresos. Así, hace referencia a una encuesta realizada por el PNUD Chile en 2017, según la cual el 53 por ciento de las per­sonas afirmaron sentirse molestas por la desigual­dad de los ingresos. Sin embargo, los encuestados expresaron un mayor des­contento respecto al acceso desigual a la salud (68 por ciento), el acceso desigual a la educación (67 por ciento) y la desigualdad en cuanto al respeto y la dignidad del trato a las personas (66 por ciento).

No obstante, adoptar cier­tas medidas puede resul­tar complicado desde una perspectiva política. El In­forme presenta evidencia de que, a lo largo de toda la región, la clase media paga más de lo que recibe en servicios sociales. Si a esto se suman las percepciones sobre la baja calidad en los servicios de educación y sa­lud, la reticencia ante una mayor provisión de políti­cas sociales puede crecer.

Una consecuencia es la pre­dilección por los prestado­res de servicios privados: la proporción de estudiantes que asistieron a escuelas privadas para la educación primaria en América La­tina aumentó del 12 por ciento en 1990 al 19 por ciento en 2014. Cuanto más alta es la proporción de la población que opta por el sector privado, más alta es la segmentación de los servicios sociales entre diferentes grupos.

NUEVOS FACTORES PARA IMPULSAR LOGROS EN EL DESARROLLO

El Informe identifica la tecnología y el cambio cli­mático como dos fuerzas que parecen encaminadas a dar forma a los logros de desarrollo humano en las próximas décadas. De nuevo, también en estos ámbitos la región muestra progresos y retos persisten­tes.

Por ejemplo, respecto a la sostenibilidad ambiental, el Informe sitúa a Costa Rica en el tercil superior a nivel mundial. Por otro lado, el Informe deja claro que la región sigue siendo vulne­rable al cambio climático, especialmente en los pe­queños estados insulares en desarrollo. En las Bahamas, en 2019, el huracán Dorian fue el de mayor intensidad en azotar al país desde que se empezaran a establecer registros en 1851. Las co­munidades más afectadas incluyeron las barriadas de chabolas, habitadas princi­palmente por inmigrantes haitianos en condiciones de pobreza, algunos de los cuales habían huido del de­vastador terremoto que en 2010 tuvo lugar en su país.

MÁS ALLÁ DEL INGRESO, MÁS ALLÁ DE LOS PROMEDIOS, MÁS ALLÁ DEL PRESENTE

El Informe recomienda po­líticas que no solo tomen en cuenta los ingresos, sino que también vayan más allá, y que se sustenten en intervenciones que abar­quen todo el ciclo de vida y se inicien incluso antes del nacimiento; por ejemplo, mediante inversiones en áreas como el aprendiza­je, la salud y la nutrición de los niños y las niñas de corta edad, que se activan antes de que las personas lleguen al mercado laboral. Tales inversiones deben continuar a lo largo de toda la vida de la persona mientras obtiene ingresos en el mercado laboral y posteriormente.

Asimismo, el Informe argumenta que la tributa­ción no debe considerar­se de forma aislada, sino como parte de un sistema coherente de políticas para el desarrollo humano, que incluya el gasto público en salud y educación, y políti­cas fiscales que hagan via­ble nuevos estilos de vida, reduciendo emisiones de carbono.

El Informe sobre Desarro­llo Humano afirma que, pese a que pueden resultar útiles para explicar el pa­norama general, las cifras promedios ocultan lo que realmente sucede en una sociedad; y que se necesita información mucho más detallada para diseñar po­líticas capaces de combatir eficazmente la desigual­dad.

Con la mirada puesta más allá del presente, el Infor­me llama a formular polí­ticas que puedan moderar la desigualdad en el futu­ro, especialmente desde la perspectiva del cambio cli­mático y la transformación tecnológica.

Desigualdades en el Desarrollo Humano en el siglo XXI

Ante esta situación Roberto Céspedes, Especialista social del PNUD indicó que el informe comprende más allá del ingreso, más allá de los promedios y más allá del presente porque las desigualdades abarcan, ade­más del ingreso, educación, salud, derechos humanos, etc. Los promedios esconden diferencias a desagregarse como sexo, territorio, etnia. Permite identificar a factores de futuro como el cambio cli­mático y la transformación tecnológica. Este diagnóstico conduce a cinco conclusio­nes que devienen en desafíos para la acción, según indica el especialista en un escrito elaborado a raíz del material emitido por el PNUD.

Pese a alcanzar niveles míni­mos en materia de Desarrollo Humano, las desigualdades continúan siendo generaliza­das. Es el caso de, por ejemplo, servicios de salud fuera del alcance de muchas personas y un bajo promedio de egresa­dos de posgrado.

Está surgiendo una nueva generación de profundas des­igualdades en desarrollo hu­mano, al tiempo que se avanza en reducir brechas no resueltas en el siglo XX. Un ejemplo es la diferencia en la calidad de la educación y más a medida que aumenta el nivel de esco­laridad.

Las desigualdades en desarro­llo humano se pueden acumu­lar a lo largo de toda la vida, con frecuencia acentuándose debido a profundos desequili­brios de poder. Las estructuras económicas y políticas hacen que, por ejemplo, disparidades en salud y género comiencen antes del nacimiento.

La evaluación de las desigual­dades en desarrollo humano requiere una revolución en su medición. Si buenas políticas comienzan con buenas medi­ciones, se requiere de nuevos instrumentos de medición.

Corregir las desigualdades en desarrollo humano en el siglo XXI es posible. Pero debemos actuar ahora antes de que los desequilibrios de poder económico se traduzcan en un profundo dominio políti­co. Los avances logrados son insuficientes ante las nuevas y aumentadas capacidades y desigualdades y, sobre todo, ante las aspiraciones de la ciu­dadanía.

Equipo Periodistico
Equipo Periodistico
Equipo de Periodistas del Diario El Independiente. Expertos en Historias urbanas. Yeruti Salcedo, John Walter Ferrari, Víctor Ortiz.

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