Desde niños estamos habituados a ver a nuestros padres, maestros y otras personas que dirigen ceremonias importantes en varias instituciones cómo referentes, guías, modelo y ejemplo hasta de vida.Son seres humanos valiosos no solo por cómo se ven sino sobre todo por lo que son en la vida, Ahora En Costa de Marfil, se ha dado la reinstalación de un predicador católico acusado de abuso sexual genera polémica, la reinstalación es la excomunion o expulsión de un miembro de la iglesia, por razones de haber cometido algo que va contra las normas o filosofía de una importante iglesia en el mundo.
Abraham María Pío acaba de ser reintegrado por el cardenal Jean-Pierre Kwuta al frente del sacerdocio real, un apostolado laico vinculado a la diócesis de Abiyán.
El anuncio de la reintegración del predicador Do Oulaï Franklin Delaneaux en la diócesis de Abiyán alegra tanto como desconcierta. Durante casi cuatro años, el hombre que se hacía llamar “Abraham María Pío” fue considerado persona non grata por la Iglesia católica de Costa de Marfil.
Debemos tener en cuenta cómo y porqué funcionaban bien las cosas ayer en cualquier grupo humano, tener una mirada infantil o libre de prejuicios ayuda para llevar adelante cualquier tarea y más si está ligada a la representación de instituciones encargadas a administrar la cosa pública, educación, familia y almas.
Una iglesia muy cuestionada
Las mismas no solo pueden ser guiadas solo usando la biblia o las homilías sino sobre todo en el comportamiento que demostremos a la feligresía, que asiste a la misa, participa de las cátedras ofrecidas en el catecismo o la confirmación, donde tenemos la oportunidad de conocer y aprender los códigos, sus funciones, e historia de nuestra iglesia.
Una que estos últimos años se destacó no por haber logrado cambios importantes en la mente y comportamiento de la feligresía, sino por haber abusado de la misma.
Actitud y comportamiento que no sirven para construir sino destruir la imagen particular de uno cómo la institución o trabaje donde uno sea empleado.
Pueden decir que Costa de Marfil está lejos de Paraguay, nos separan 6.693 kilómetros de distancia, cultura, hábitos y aspecto físico, más seguimos siendo humanos compartiendo la misma configuración interna de nuestros organismos y lo que entendamos cómo algo bueno o malo hacer y mucho más viniendo de personas que sirven cómo ejemplo cómo y con el título que trabajen o representen en la sociedad ; político, militar, policia, maestro, cura, madre, padre y cualquier persona que exista para dirigir algo específico.
Esté donde esté Costa de Marfil o cualquier otro país con seres humanos que esperan buen comportamiento de sus guías, este hecho registrado nos debe servir para poner en práctica el dicho; “ no imitar lo malo de mi vecino, amigo o persona que debe trabajar bien para sí mismo y a los que sirva. y por sobre todo castigar severamente los casos que involucran a actores indefensos como los niños en los que tanto ha insistido el papa Francisco luego de los escándalos en la iglesia católica.