lunes, diciembre 1

Un año más por 14ta vez

Una vez, en el 2000 cumplía 14 años. En lo que fue mi primera vida, once años después salí vivo de un accidente vehicular, aquel domingo 27 de noviembre, lo peor de todo no fue haber golpeado la cabeza o lesionado las rodillas, sino que sentada en el asiento del copiloto muere mi novia desnucándose. Lo más difícil de superar a catorce años de aquel día no es tanto el depender de herramientas para moverme de un lugar a otro o lidiar con dilemas de memoria o comunicación oral, sino estar sin ella por siempre, no fue fácil enterarme de su muerte, por lo que era un mi vida y lo que hacía en el país. Fue un ser humano estadounidense de corazón muy generoso, solidario y humano, cómo con mente creativa, sociable y abierta por conocer lo que le rodee sin juzgarlo/la por cómo luzca, hable, o sea.

No niego que en los primeros días luego de la terapia intensiva la desquiciada idea de ir con mi novia se me cruzó por la cabeza golpeada, que cómo estaba antes, vendada con dolor y frágil por el traumatismo e intervención médica me resultaba complicado usar la memoria espacial y temporal, cómo para ubicar a las personas con las que me relacionaba en la vida días, meses o años atrás. 

Renaciendo

Tiempo que pasa con naturalidad cómo lo que escuchemos, veamos o sintamos, de acuerdo a lo que sean y cómo se hagan realidad esas experiencias prevalecen o no en nuestra mente, cómo fue el atractivo acento sureño de los EE.UU. Los ojos y sonrisa de esa “gringa”, que ahora con 40 años ya no existe cómo lo hizo alguna vez ayer en el plano terrenal, pero donde se encuentre estoy seguro que trabaja por el bien de la comunidad terráquea, que siempre tiene demandas y complicaciones que enfrentar diariamente en cualquier barrio, ciudad o país de la tierra.

Ahí está Emily discreta buscando soluciones para la persona que no pierde la fe, cómo yo que nunca lo hice y volví a ponerme de pie, hablar y hacer esas cosas que me hacían depender de enfermeros cómo alimentarme, bañarme y vestirme. Cada vez que lo hago lo considero un regalo de mi para mi o de Dios, que no uso su nombre para quedar bien con el/la religioso/a, sino porque soy una prueba que existe, hace 14 años morí y volví a nacer, adolecía de un cerebro y extremidades funcionales. 

Y no dependía solo de atención médica, farmacéuticos y lo que sea útil para lograr comodidades o ir contra cualquier dolencia, sino sobre todo de mí, que con los simples hechos de ponerme de pie, escuchar, respirar, tragar y pensar en orden, hacen la mejor excusa para vivir en orden y paz para conmigo, familia y círculos sociales. Los mismos que  hicieron y hacen mucho, por la mejor y más efectiva terapia para mi recuperación cerebral fue el estar con ellos, o cerca de ellos, fueron, son y serán los únicos que me hablaran, escucharan, aconsejaran y guiaran con paciencia y amabilidad,  levantarme si es que caigo En los segundos 14 años, caí muchas veces y gracias a ellos estoy lejos del suelo, que no es suave ni cómodo, cómo si lo son nuestras relaciones con las personas o descansar sentados sobre  el sillón o nuestra cama.

365 días han quedado atrás por segunda vez, por eso y más: ¡¡muchas gracias a la vida!!