Paraguay y España, naciones unidas desde un contexto histórico, cultural y tradicional, se encuentran también reforzando sus relaciones diplomáticas.
Una clara muestra de todo el nivel de relacionamiento existente se refleja de manera directa en la migración de compatriotas a la nación europea y la consecuente radicación de españoles en Paraguay. Entre toda esa amalgama sociocultural, historias motivadas por el amor, superación y fraternidad envuelven a la mayoría de los migrantes, quienes coinciden en un aspecto básico: el cariño incondicional hacia sus respectivos países, dentro de la distancia.
LAZOS HISTÓRICOS
Los últimos datos del Instituto Nacional de Estadísticas indicaron que la cantidad de compatriotas residentes en el territorio español llega a 78.842. Por su parte, de acuerdo a las cifras proporcionadas por el Departamento de Estadísticas (DTIC) de la Dirección General de Migraciones, los españoles residentes en el país sumaron un total de 3.846 entre 2011 y 2021.
Para Pablo Leiro, miembro de la colectividad española del Paraguay, la unión de culturas de paraguayos y españoles viene desde tiempos pasados, principalmente con la incursión de la Fundación de Jesús en Paraguay.
“Esto se vio reflejado principalmente a través del idioma y posteriormente se pudo observar también en las tradiciones y costumbres que intercambian ambos países, esto pese a la autonomía paraguaya, que permitió el mantenimiento general de la cultura del país”, sentenció.
Dentro del punto recalcó la influencia española en el arte y la cultura del Paraguay, teniendo en cuenta que muchos referentes como Augusto Roa Bastos y otros autores de su época que fueron formados en España, al igual que Josefina Plá, quien es de origen español, pero se mantuvo hasta su fallecimiento viviendo en nuestro país, influenciando también a otros intelectuales.
“Yo creo que Paraguay es un país perdido de España; la nación europea por mucho tiempo no miró a la nuestra, pero en los últimos años están aprovechando la coyuntura económica de nuestro territorio, pues ya se registran inversiones españolas importantes en Paraguay”, acotó.
Así también, Leiro acentuó la agilidad y los buenos términos en que Paraguay lleva a cabo su relacionamiento diplomático con España, hecho que se puede seguir potenciando con el paso del tiempo, teniendo en cuenta las buenas bases económicas y políticas del país.
UN PROCESO DE SACRIFICIOS
Nancy Marlene Vera, paraguaya residente en España de 53 años, cumplirá 15 años trabajando en el país mencionado, principalmente cuidando a una niña pequeña y una señora mayor.
Ejerciendo labores que le llevan una gran parte de su tiempo, la compatriota expresó que en los inicios las cosas tuvieron un desarrollo complicado, a la hora de adaptarse a una nueva nación, verse obligada a desapegarse de su familia y también para acostumbrarse a las nuevas culturas y costumbres.
“Lo más duro fue dejar a mi familia y esa sensación se sigue manteniendo. Siempre que hablo de mis hijos termino llorando, pero lo que me consoló y lo sigue haciendo es saber que todo fue por el futuro de ellos”, explicó.
Si bien ahora cuenta con la nacionalidad española y contrajo matrimonio, Nancy se encuentra con las esperanzas e ilusiones fijas en volver a Paraguay cuando obtenga su jubilación. Para ella, la calidez de los paraguayos, el cariño de su familia y el nivel de empatía del país no tiene precio y ve estos factores como sus motores principales para soñar con quedarse en su nación de origen.
CICLO DE SUPERACIÓN
“Hace 16 años que estoy aquí en España, los primeros años trabajé en casas, cuidando a personas mayores, posteriormente estudié y saqué la titulación de auxiliar de geriatría y ya llevo 10 años trabajando así; 4 años años como supervisora y hace 1 año ejercí el cargo de gobernanta de la plantilla”, comenzó Gladys Zarza, paraguaya de 59 años.
La connacional destacó que lo más duro siempre es encontrarse lejos de la familia, por lo cual nunca uno termina por adaptarse del todo. Sin embargo, las circunstancias pueden obligar a uno a ser fuerte y mantenerse en pie.
Por otra parte, para Gladys las costumbres no fueron tan chocantes, factor con el que contó una mayor adaptabilidad. Aparte de su familia, lo que más extraña son los platos característicos de nuestro país: el asado, la sopa paraguaya, entre otros; aunque allí pueda conseguir todos los ingredientes para su preparación, ella afirmó que nunca es lo mismo.
“Así también me he perdido de muchas cosas, como los nacimientos de mis nietos; ellos casi nunca me ven y por ende no me conocen. Aunque vaya o podamos vernos a través de videollamada, no es lo mismo que tenerlos cerca para abrazarlos con fuerza y besarlos mucho”, dijo cariñosamente.
CALIDEZ PARAGUAYA
Con 15 años viviendo en Paraguay, Rocío Álamo Hernández, de 40 años, decidió residir en nuestro país, principalmente porque su marido es paraguayo, con quien tuvo 3 hijos. Trabajó 12 años en una empresa y dejó la misma durante la pandemia; actualmente, se
encuentra encaminando un proyecto personal y está más enfocada en actividades familiares.
“La adaptación y el proceso para acostumbrarme a Paraguay no fue difícil para mí porque, desde mi punto de vista, todo se trata de un aspecto educacional. Yo siempre estuve abierta a conocer y saber de otras culturas, aspecto que ayudó a desenvolverme”, puntualizó Rocío.
Así también, señaló que Paraguay nunca le resultó un país difícil en el cual vivir, pues la calidez y la amplitud de las personas para recibir a extranjeros hace sentir a los mismos como en casa, pero probablemente estar lejos de su familia se hizo momentáneamente difícil, ya que además de la distancia física, también está la emocional.
“Así también, lo que más extraño es el jamón serrano y las tortillas de patatas”, comentó entre risas, haciendo notar la motivación culinaria que también genera su ausencia en el traspaso cultural. Sin embargo, indicó que encontró buenos sustitutos temporales en Paraguay, como el asado, la sopa paraguaya, el mbeju, entre otros.
UNA HISTORIA DE AMOR
“Como en muchos otros casos, el lazo principal que me une a Paraguay es el amor: hace 14 años me enamoré de una paraguaya y vine hasta a vivir aquí. Yo le había dicho para irnos a España, pero ella me respondió que no se movería de aquí, por lo cual tomé esa decisión”, recordó Leandro Gamez, español de 58 años, ingeniero técnico que se encuentra realizando trabajos de construcción con su esposa, quien es arquitecta.
Trabajando labores propias en el área que los une, la pareja sentó las bases de su propia constructora, volviéndose trabajadores independientes. Por otra parte, Gamez destacó que no se ven muchas complicaciones a la hora de adaptarse en Paraguay o cualquier país hispanohablante, principalmente por los lazos que unen a ambos países, así como también por las culturas compartidas.
Acerca de la separación con su familia, Gamez dijo que al principio pudo ser chocante, pero que actualmente las facilidades tecnológicas y los medios a través de los cuales se puede comunicar una persona con su familia aligeran mucho la situación.
Igualmente, comentó que se encuentra realizando trabajos de mantenimiento del medio ambiente, por lo cual lleva a cabo procesos de trabajo de saneamientos en general, también en colaboración con otras empresas.