POR: BENJAMÍN FERNÁNDEZ BOGADO
UN CONGRESO QUE DE NADA SIRVIÓ
Las mayorías coyunturales que se crean en el Congreso casi siempre están enderezadas al principio para dar la idea de un bloque que tiene como objetivo impulsar las labores del Ejecutivo y, en otros casos, privarle al Ejecutivo de llevar adelante todas sus propuestas. Ha ocurrido que, a lo largo de este periodo democrático, los presidentes electos siempre han tenido un Congreso opositor o al menos una legislatura que hacía que se balancee el poder y no se excluya a otros grupos.
Eso ha terminado con este periodo legislativo donde Peña ha tenido una cómoda mayoría en ambas cámaras del Congreso, lo que le ha permitido gobernar sin ningún tipo de contratiempo y pasar varias normas que consideró el Ejecutivo claves para su desempeño, como la ley de superintendencia de cajas jubilatorias. Todo eso, sin embargo, no ha significado que tengamos un mejor gobierno que trabajara para la gente, y que varios de los temas que a veces son ríspidos en la relación entre poderes no tuvieran tanto contratiempo.
Sin embargo, ahora vemos que hay una ruptura dentro de la estructura del grupo denominado Honor Colorado, que tiene el control de ambas cámaras del Congreso.
Habría que ver si esto es nada más que oportunismo político a mitad, casi, del mandato de Peña o si realmente vamos a ver una conformación del Congreso de manera distinta a la que hemos tenido desde el inicio del mandato de Peña.
UNA SALUD DOLIENTE
Los reclamos de los sectores sanitarios continúan siendo frecuentes en el país no solo por la cantidad de horas, las condiciones en las que trabajan, sino por el estado en que se encuentran muchos de los hospitales públicos abandonados a su suerte, a pesar de la promoción que hace el gobierno de Peña con varios nuevos hospitales públicos inaugurados.
Lo que no existe es una política pública de salud que funcione para la gente. Funciona para cualquier otro tipo de actividad: para las licitaciones amañadas, para el robo de la cosa pública, para la lucha del poder dentro de la estructura del Ejecutivo, pero nunca en favor de la gente. No vemos que realmente las políticas públicas estén enderezadas para que, cuando alguien tenga alguna necesidad de atención médica, el sistema responda.
En la mayoría de los casos o no hay insumos, no hay médicos, o se tienen que esperar largos días, muchas veces corriendo riesgo de perder la vida. Estas cosas tendrían que ser superadas, y alguien que pretenda llegar al gobierno en democracia del Paraguay, si no tiene una idea de lo que tiene que hacerse en materia de salud, que no se anime a plebiscitar su nombre.
MAESTROS NO SABEN LEER
La situación de la educación pública paraguaya está por los suelos, no es ninguna novedad, viene aconteciendo desde hace muchos años. El dictador Stroessner invirtió solo el 1% del Producto Interno Bruto en educación y dejó esta clase dirigente que tenemos ahora en el poder. En democracia se incrementó tres veces, pero los resultados no fueron mejores, al punto de que actualmente el ministro de Educación afirma que, tras unas pruebas, comprobó que el 70% de los maestros y maestras no entienden lo que leen, lo que podrían ser calificados como ignorantes o analfabetos funcionales que tenemos en grandes cantidades.
Lo grave de todo esto es cómo llegaron a ingresar dentro del sistema. Duarte Frutos, durante su periodo de ministro primero y de presidente después, metió la mayor cantidad de maestros durante el periodo académico llevado adelante por la llamada reforma educativa, que resultó un soberano fracaso. Están jubilándose muchos de ellos, pero sin embargo los que ingresan no son mejores, porque no se ha hecho énfasis en el prestigio que supone ser maestro o maestra en el Paraguay.
Hoy un maestro gana muy bien: cuatro millones de guaraníes por turno; puede llegar a ganar mil dólares con un doble turno. Sin embargo, la calidad no se ha mejorado; al contrario, tenemos cada vez peores maestros, que se encuentran frente a niños que llegan al sexto grado tampoco sin saber leer ni escribir.
Todo esto es un drama nacional, una tragedia que no es correcto que el propio ministro lo reconozca cuando él tendría que ser el responsable de que esto se corrija.
Esto se parece al ahorcado que se asusta de la soga. La educación debe ser un compromiso y una acción colectiva responsable en proporción a los nombramientos que se tienen.
Periodista Senior