POR BENJAMÍN FERNÁNDEZ BIGADO
POCO RESPETO Y FORTALECIMIENTO INSTITUCIONAL
Una de las críticas más reiteradas que nos hacemos todos los demócratas en el Paraguay es qué calidad de institucionalidad hemos podido crear desde el año 1992, en que entró a regir la nueva Constitución de nuestro país, y podríamos decir que, a lo largo de este tiempo, hemos visto que las instituciones que fueron creadas para establecer un nuevo modelo político en el Paraguay han dejado mucho que desear. No ha habido conciencia de cada uno de los que tomaron posesión, desde la Presidencia de la República hasta el último de los cargos en funciones administrativas y ejecutivas, de lo que significa servir al país desde el Estado.
La percepción que se tiene es que aquel que pasa por el Estado lo hace para enriquecerse con los bienes públicos, con el robo descarado de 2.000 millones de dólares anuales que, según el Banco Mundial y el Banco Interamericano, es lo que figura como un cálculo bastante perverso en contra de las arcas del Estado. Por otro lado, tampoco hemos tenido una organización del Estado paraguayo que permitiera que aquellos que realmente quieren hacer bien su labor fueran promovidos y estimulados. Por el contrario, se estableció todo un modelo de nepotismo, de promoción de hurreros, de correligionarios en cargos públicos, desde donde no tenían que servir al país, sino también servir solo a los intereses de quienes los nombraron o del partido en el gobierno.
Es la hora de recuperar la institucionalidad democrática en el Paraguay y, para eso, hay que recuperar el concepto del servicio desde la función pública en el Estado y, por otro lado, también promover un ingreso en función de méritos y capacidades, para que esto esté lejos de la manipulación que puedan hacer quienes han ayudado a su nombramiento.
NO SE LEE NADA
En el Paraguay se lee muy poco: 25 páginas de un libro anualmente, y la tendencia es cada vez más a disminuir.
Habría que hacer una gran promoción de la lectura, pero fundamentalmente habría que mostrar que aquello que se lee sirve para elevar el nivel de calidad en el relacionamiento personal y, por qué no, también en la promoción de posibilidades y capacidades de personas que buscan un empleo. No estamos promoviendo la lectura y también nos estamos quedando en esto desde hace bastante tiempo. Es una preocupación de carácter global, en donde también la tecnología ha jugado un rol determinante, haciendo que la intermediación fuera más a partir de textos muy cortos y nunca de los más largos, que pudieran llevar a la reflexión.
Los teléfonos celulares han sustituido a los libros notablemente, y los intentos de lectura en soportes electrónicos no han demostrado ser exitosos hasta ahora. Leer significa vivir una experiencia en tres dimensiones, porque uno lee al autor, a los personajes del autor y también se lee a sí mismo. Deberíamos recuperar ese hábito que realmente nos puede llevar a un horizonte mucho más amplio, capaces de entender la dimensión global en la que vivimos.
FALTA INFRAESTRUCTURA
La inversión necesaria en materia de infraestructura en el Paraguay es grandiosa. Solamente se dice que la ANDE requiere casi 12.000 millones de dólares para estar preparada ante el crecimiento que está teniendo en la actualidad en términos de demanda, si no queremos tener cortes como los que habitualmente padecemos de forma cotidiana.
Esa es una cantidad inmensa de recursos para un país como el nuestro, que no ha privilegiado las obras de infraestructura en tiempo y en modo. Casi nada planificamos y aquello que hacemos simplemente tiene una obsolescencia programada bastante corta y cercana, porque eso favorece a los negocios de quienes se encargan de hacer dicha distribución. Esta es una cuestión fundamental en un país como el nuestro, que no solamente necesita tener una infraestructura adecuada en caminos, en rutas, en agua, en electricidad, en internet, en todo lo que significa la capacidad de poder transportarnos, de poder comunicarnos y de poder crecer en calidad de vida.
Una persona gasta aproximadamente, en el Gran Asunción, casi cuatro horas entre ir al empleo y retornar a la casa. Es una cantidad inmensa de tiempo cotidiano que se pierde y que podría haber sido subsanado con una infraestructura de transporte público que funcionara para la gente. Hay que presionar para que la infraestructura pública esté a la altura de lo que significa vivir en un país con dignidad.
Periodista Senior