viernes, diciembre 5

3×3 (15/08/25)

POR BENJAMÍN FERNÁNDEZ BOGADO

QUE PAGUEN POR SUS ACTOS
La cantidad de hechos de corrupción, de incompetencia, de falta de idoneidad que protagonizan los 350 mil empleados públicos que tenemos deberían ser sancionados de forma tal a incorporar a la función pública a los mejores, a los más capaces, a los más idóneos, como habla la Constitución. Esto viene a cuento porque no es suficiente con que diga un funcionario: me equivoqué, fue un error. No debería haber cerrado todas las sucursales de Biggie porque finalmente solo fiscalizaron dos de ellas para ver si realmente tenían alimentos vencidos o no. Ahora la secretaria de SEDECO, de apellido Irún, dice que no entendió bien o leyó de manera equivocada el reporte de Dinavisa y por eso ordenó el cierre de los 263 locales. Eso significa un daño patrimonial de casi un millón de dólares de facturación por día y que afecta a 3.500 empleados de forma directa y a 2.500 de manera indirecta, que afectó económicamente a varios proveedores de bienes y servicios a estas sucursales de minimercados.
Si todo eso calculáramos en términos económicos, estamos hablando de una cifra realmente muy alta que no termina enjuagándose solo con que la secretaria Irún diga me equivoqué y fue un error. Este tipo de casos deberían ser estudiados con mayor rigor en la función pública. Aquel que se equivoca, como dice la ley, debe pagar de su peculio sus errores. De lo contrario, es muy fácil decir me equivoqué cuando el daño patrimonial es bastante grande y cuantioso. Alguna vez tenemos que poner en cintura a nuestros empleados públicos. Se han retobado contra nosotros y, cuando nos perjudican con sus decisiones, no pagan las consecuencias.


HAY QUE TRAER A LOS NUESTROS
Se ha firmado un acuerdo entre Estados Unidos y el Paraguay que dice que aquellos que buscan asilo político en Estados Unidos y se encuentran en su territorio podrían remitir su pedido de asilo al Paraguay y que el Paraguay tendría que recogerles y darles todos los elementos para que estén entre nosotros. Eso significa casa, comida, oportunidades laborales, todo lo que supone dar asilo a alguien.
Pero un país como el nuestro, que está permanentemente enviando a miles de connacionales a buscarse mejores horizontes a España, a los propios Estados Unidos, a la Argentina o al Brasil, debería tener una política, por el contrario, de evitar que los connacionales tengan que salir de nuestro territorio para buscar oportunidades. Darles a ellos aquello que vamos a dar a los que soliciten asilo y a aquellos que se encuentran fuera de nuestro país. Hacerlos retornar con propuestas que realmente hagan posible que su calidad de vida se corresponda con los sueños y las oportunidades que ambicionan.
Nosotros, jugando a ser generosos con Estados Unidos, ¿a cambio de qué? Es la gran pregunta. ¿Qué es lo que el Paraguay gana con este tipo de actitudes? Queda bien quizás para la comunidad internacional, diciendo que es un país que recoge a otras personas que no encuentran sitio en sus países y que son perseguidos por cuestiones políticas. Aquí la persecución es por razones económicas y lo que tenemos que hacer es evitar que salgan y, los que salieron, buscar que retornen.


UNA CAPITAL DECADENTE
Asunción está de cumpleaños en medio del abandono, en medio de la dejadez y la corrupción heredadas de Nenecho Rodríguez, un bailarín que llegó al cargo de intendente municipal a caballo de la renuncia de Mario Ferreiro primero y posteriormente electo por los asuncenos, que ahora comprobaron que se equivocaron, pero grande.
La intervención está terminando, pero lo adelantado por el interventor Carlos Pereira ya es lo que viene en el reporte y que terminará probablemente con su renuncia al cargo. Los colorados y también los opositores que lo acompañaron en la Junta Municipal, con varias de sus decisiones equivocadas y que generaron un gran perjuicio patrimonial, deberían ser castigados al igual que él. Deberían también corresponderse con las mismas sanciones que recibirá aquel que tuvo un mandato que no cumplió, que no estuvo a la altura de las circunstancias.
La capital paraguaya ha crecido en una población marginal cada vez mayor y los territorios han sido abandonados a su suerte. Hoy tenemos una ciudad que luce decadente en prácticamente todas sus manifestaciones. Puede seguir creciendo hacia arriba, pero hacia abajo Asunción deja mucho que desear en medio de baches, abandono, criminalidad y robo.