La Comisión Nacional de Gestión y Manejo del Lago Ypacaraí y su Cuenca (Conalaypa) nace hace dos años, un 17 de enero, a partir de la Ley N° 6489/20, para la preservación, recomposición y aprovechamiento sostenible del lago Ypacaraí, su cuenca y su área de influencia.
Esto con el objetivo de promover, coordinar, articular y ejecutar la implementación de todas las acciones, obras o emprendimientos que fueran necesarios lograr en el plazo de tres años. Dichas acciones correspondían al control y la disminución necesaria de los impactos ambientales negativos que alteran el equilibrio del lago Ypacaraí y su cuenca.
La recomposición del lago Ypacaraí y un sistema interinstitucionalmente coordinado de control y monitoreo que permita prever la conservación sostenible del lago también constituyen elementos centrales.
“El lago Ypacaraí es más que un patrimonio natural, es el patrimonio cultural de todo un país y tiene la mística y el potencial de ser una gran herramienta de desarrollo social en toda su extensión”, priorizó el director nacional de la Conalaypa, Renato Máas, añadiendo que desde la creación del ente, se lleva adelante una gestión abierta, colaborativa y firme, basada en el conocimiento científico y cercano a la gente.
Renato Máas
Asumiendo una marcada responsabilidad a nivel nacional, desde la Conalaypa determinaron que como la recomposición es compleja, se necesita de la ayuda y compromiso de todos los sectores de la sociedad para lograrlo.
Si bien estos 2 años no han sido fáciles para la comisión, se tomaron decisiones determinantes, cuyos resultados hoy se observan en el estado actual del lago Ypacaraí.
PRINCIPALES DIFICULTADES
“Los obstáculos enfrentados fueron inmensos, con una pandemia que inició meses después de la creación de la comisión, seguida por la peor sequía de nuestra historia, con niveles del agua en el lago nunca antes registrados”, recordó el director.
Otra dificultad a la que debieron enfrentarse fue el bajo presupuesto para todo lo que era necesario hacer, cargando con una desconfianza inicial de la ciudadanía que al final se pudo revertir con gestión y resultados.
“No obstante, todo esto no habría sido posible sin el apoyo de las instituciones que integran la comisión y organizaciones sociales impulsadas por una ciudadanía activamente comprometida”, expresó Máas.
Así, se logró establecer un sistema de monitoreo semanal de la calidad del agua con el Centro Multidisciplinario de Investigaciones Tecnológicas (CEMIT) de la Universidad Nacional de Asunción (UNA).
Esto aparte del trabajo conjunto con el ministerio del Ambiente y Desarrollo Sostenible (Mades) y el ministerio Público para la protección de la fauna y flora, accionando contra la pesca furtiva en el lago y realizando intervenciones claves para la defensa del lago Ypacaraí y sus pulmones: los humedales.
PRÓXIMOS PROYECTOS
“El siguiente gran proyecto necesario constituye en la aprobación e implementación del Plan de Saneamiento Integral de la Cuenca del Lago Ypacaraí (PSICLY), un conjunto de medidas estructurales y no estructurales en la cuenca del lago”, adelantó el director.
Comentó que dichas actividades se centrarán en obras de saneamiento urbano en las ciudades prioritarias de la cuenca, con una solución integral para recoger los efluentes y enviarlos a plantas de tratamiento con descarga fuera del lago. Además de esto, se establecen otras medidas estructurales asociadas a los humedales y el lago.
En cuanto a las acciones no estructurales, el PSICLY presenta una propuesta de diseño institucional para impulsar las acciones tanto sanitarias como ambientales en el corto, mediano y largo plazo.
UN ROL SOCIAL
“Lo que hicimos para recuperar el nivel del lago y con ello parte del poderoso poder depurativo de sus humedales es una ínfima parte de lo que queda por hacer; ahora debemos apuntar a sanear el resto del territorio circundante para combatir el problema de raíz: la contaminación que llega al lago”, determinó Máas.
Para el representante de la Conalaypa, el proceso de recuperación del lago Ypacaraí es un ejemplo para demostrar que si nos ponemos manos a la obra, la naturaleza tiene una enorme capacidad de regeneración, a través de unas cuantas acciones individuales.
“No es necesario ser especialistas ambientales para comenzar a hacer las cosas por la naturaleza, lo importante es la voluntad, querer cambiar las cosas, tener deseo de trabajar juntos y las ganas de hacer las cosas diferentes”, puntualizó el profesional, animando al involucramiento de más jóvenes para el cuidado de planeta y una vida más sostenible.