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¿Y el pueblo dónde está…?

Una antigua consigna, voceada en diferentes épocas en distintos lugares del mundo, ha repetido: “¿Si éste no es el pueblo, el pueblo dónde está?”. La misma no iba dirigida a sus conciudadanos, sino a la clase política, que parecía sorda y muda frente a los reclamos y necesidades de ese momento.

Hoy, nuestro pueblo está a la vista del país en su conjunto. Está encerrado en su casa cumpliendo la cuarentena por un resultado positivo, en una cama o pasillo de un hospital, intubado en terapia, en una farmacia tratando de comprar un remedio inalcanzable en su precio, haciendo el burocrático trámite del Pytyvõ Medicamentos, o llenando una planilla web para vacunarse. Sus parientes, tratando de enseñarle a una persona de la cuarta edad cómo llenar la bendita planilla para vacunarse, acompañando en una cola a sus padres y tratando de obtener turno, para que no se les adelanten los vivillos de ocasión o los acomodados de siempre. Otro grupo, haciendo polladas para sortear la precaria y humillante salud pública, o bien haciendo cadenas de oración para que el milagro de cada día saque a alguien de la UTI y lo devuelva a la vida. El último grupo de más de 5000 paraguayos, sufre en familia la pérdida de su ser querido, sus hijos sin padre o sin madre o sus sobrinos huérfanos o buscando la tumba del que no pudo despedirse.

El resto que aún sigue en camino, va mendigando por la vida, algún mendrugo para resolver el trabajo que perdió y que está muy lejos la posibilidad de recuperarlo, y se defiende recogiendo cartón o plástico en las calles.

¿Todo el mundo ve esta triste realidad y patético espectáculo? Pareciera que algunos NO. Usted amable lector, ya sabe a quiénes me estoy refiriendo. Los que, teniendo obligación de representarnos y cuidarnos por ser parte del Estado Paraguayo, ni nos representan ni nos defienden, porque son incapaces, actúan tarde y mal, y como si esto fuera poco, no les ha temblado el pulso para seguir haciendo lo único que hacen bien: sobrefacturar insumos sanitarios, continuar con los negocios licitatorios, decirnos que las rutas son más importantes que las vidas humanas y negar en los hechos la tragedia que padecemos hace más de un año.

Están bien identificados, son LOS PROFESIONALES DE LA POLITICA. Para lograrlo se necesita una dosis de audacia, un poco de dinero y ningún escrúpulo. Si hay corrupción, mirar para el costado sino se es el promotor de la transacción, y así la vida pasa tranquilamente, y al cabo de un tiempo se habrá convertido en un millonario, que aseguró su futuro y el de sus descendientes. No cabe duda que hay algunas excepciones, totalmente opacadas por este comportamiento sistemático y perverso de sus pares. Cierto es que habrá algunos que no roban, pero su inutilidad es de tal magnitud, que pasan a la categoría de BUENOS PARA NADA y por ende ni justifican su salario. “La democracia es el gobierno del pueblo. En la democracia, la voz del pueblo es la voz de Dios. Pero el pueblo, como Dios, sólo habla en contadas ocasiones.” Hoy es una de ellas.

Fue tan grosera la necedad de la Cámara de Diputados al bloquear la aprobación de los fondos de ITAIPU, (35 oficialistas contra 34 oposición) que sus hermanos mayores salieron urgentes a socorrerlos unos días después, aprobando lo que los torpes diputados habían denegado. “Si la voz del pueblo es la voz de Dios”, no podemos poner a Dios en nuestra contra y vaya que nos castigue con la llanura eterna en la próxima elección. “Somos cretinos, cínicos y especuladores, pero no estúpidos como para patear nuestra olla,” reflexionó uno de los senadores, reconocido como uno de los más listos y experimentados.

Las oportunidades no siempre se dan dos veces. El pueblo está allí, en el mismo lugar desde hace varias décadas esperando. La diferencia es que ahora no tiene ni siquiera la opción de esperar.

Esperar es un posible tránsito a la muerte, a la desocupación o la miseria más cruel. Los profesionales de la política no pueden negar esta realidad. La pandemia los azota todos los días a través de sus representados, mientras ellos disputan pequeñas intrigas palaciegas, metidos en sus mezquindades y estrategias de payasos que representan una obra de baja categoría, donde la muerte es el actor omnipresente. Es que aún no se han dado cuenta, luego de 5000 vidas que se fueron. Todas y todos les están mirando y no aplaudiendo precisamente.

Por una vez, esta clase política debería olvidarse de sus miserias y personales disputas, y como decía Jorge Luis Borges, SI NO LOS UNE EL AMOR, QUE LOS UNA EL ESPANTO.

Arturo Enzo Bregaglio
Arturo Enzo Bregaglio
Abogado. Periodista y Lic. Ciencias de la Comunicación. Fundador y director de Radio Sur (Córdoba) y Radio Trinidad/ViVa (Asunción). Vicepresidente por América Latina y Caribe de AMARC (Asociación Mundial de Radios). Numerosos cursos de Comunicación Política y Derecho a la Comunicación en América Latina, Canadá y Europa. Consultor de la organización para la Migración Paraguaya. Gestión de las campañas en Estados Unidos, Brasil, España, Francia, Italia, Suiza y Argentina, para el logro del voto de los paraguayos en el exterior.

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