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Violencia y paciencia entre deseo y urgencia

Nuestro país es fruto de sucesivos gobiernos conservadores, de derecha. La izquierda nunca estuvo en el poder. Tuvo un reflejo de poder como parte del gobierno de Lugo, durante el 2008 al 2012. En nuestro país, la educación pública y privada es calamitosa. El desarrollo de las ciencias casi no existe. El servicio de salud es criminal. Las oportunidades laborales no abundan. Entre 8 y 10 niñas y niños mueren al día por problemas de nutrición y enfermedades de fácil curación. La corrupción es galopante y el narcotráfico y la mafia son el verdadero poder que envuelve a empresarios, terratenientes, ganaderos, que a su vez someten a políticos al servicio de sus intereses, acordando la continuidad del saqueo del patrimonio público en perjuicio de las mayorías trabajadoras de la ciudad y del campo. Es el legado del stronismo que sigue atormentándonos.

Hablamos de algunas expresiones del capitalismo para el Paraguay, en el marco de la división internacional del trabajo. A esto le sumamos esta desquiciada y anticuada idea de construir grandes obras viales para resolver la congestión del tránsito, cuando hace mucho tiempo se demostró que la descongestión del tránsito pasa por otras medidas que, dicho sea de paso, han sido presentadas por quienes defienden el Botánico.

Sin embargo, la tala de árboles del Botánico se inició, y ante la resistencia de quienes tienen la consciencia y dignidad de defender ese patrimonio histórico y cultural del Paraguay y del mundo, el gobierno del fraude respondió con golpes, balines y criminalización de la justa protesta.

Y todavía se empezaron a compartir videos y textos que hablan de que las movilizaciones en Ecuador, en Chile y la defensa del Botánico, forman parte de un plan “castrochavista” de la izquierda para desestabilizar gobiernos, colocando una supuesta conspiración comunista y buscando cubrir con el manto del oscurantismo absurdo cuan peligroso a la sociedad.

La violencia estructural y material es el resultado lógico del modo de producción capitalista, que explota y extrae el producto del esfuerzo de la clase trabajadora para las patronales parasitarias, que además de perezosas son ignorantes y agresivas.

El derecho a vivienda digna, a salud y educación de calidad, a trabajo con seguridad social y jubilación, a una agricultura para alimentos sanos y ecológicos, a un ambiente saludable y no contaminado, a una cultura de paz que extirpe la violencia, es lo que buscamos quienes creemos en la creatividad y el ingenio de la humanidad, sin anteponer el lucro y la explotación de un ser humano por otro ser humano, a la felicidad que la cooperación, la solidaridad y el trabajo colectivo nos puede generar.

Somos pacientes y tenemos deseos de nueva sociedad. Solo que la urgencia que nos demanda el hambre, la muerte y las injusticias, nos obliga a defendernos de la violencia estructural y cultural desatada por patronales desquiciadas a escala mundial. Es el momento de ejercer nuestra condición de mayoría para permitirnos un futuro de vida, pan y paz.

Columnistas
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Expertos en Historias urbanas.

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