Un arquitecto recién recibido halló muy difícil insertarse de inmediato en el mercado con su profesión, es decir, diseñar y construir casas, edificios, etc. No se sentó a esperar que el destino tocara a su puerta. Lo pensó bien y se dijo: ¿Qué es lo que he aprendido a manejar sino las formas, los colores, las dimensiones, las armonías…? Ahora tiene un emprendimiento de productos de cuero que se caracterizan por su creatividad. Incluso ha creado su propia marca.
A un ganadero del Alto Paraguay, a quien sin duda le sobraba tiempo tras atender su plantel de Brangus, se le ocurrió la idea de aprovechar dos tajamares de su estancia para criar tilapias. Le está yendo tan bien que ahora provee pescado fresco a todo el personal y a productores vecinos. Además, agregó un pabellón de cría de pollos cuyos excrementos son valioso abono para aumentar la producción del plancton del que se alimentan, entre otras cosas, los peces.
Una trabajadora de una empresa textil se encontró un día en un depósito de la empresa frente a un montón de recortes de tela. Llegó a un acuerdo con el dueño para llevarse una parte de esos restos. Ahora diseña y produce todo tipo de artículos, desde almohadones, vestimenta para mascotas, forros de macetas y toda clase de productos que promociona por Instagram. Le está yendo tan bien que muy pronto podrá dejar el trabajo en la fábrica para dedicar tiempo completo a su emprendimiento.
¿Por qué un pescador “profesional” tiene que ser mantenido por el contribuyente durante la época de veda pesquera? ¿Qué les pasa, vinieron especialmente diseñados para el mono trabajo? ¿No pueden buscarse un laburito transitorio? ¿O es que el cerebro se les embota de tanto estar sentados en el bote mirando el agua y esperando el pez?
Este año el Estado está haciendo un esfuerzo extraordinario para atender todas las emergencias generadas por la pandemia, demasiado como para seguir sosteniendo este intolerable subsidio a la holganza. Porque ya se están preguntando si acaso alcanzará la plata para pagarles su bendito subsidio de veda. ¿Y si no, si no alcanza? ¿Van a hacer huelga?
Es muy posible que el Gobierno deba elegir entre mantener camas de terapia intensiva o pagarles sus cómodas vacaciones de verano a pescadores “profesionales”.
Y la verdad, no hay plata para ambos. Así que, vayan viendo.