Evaluaron los daños de la pandemia y desarrollaron métodos de resiliencia
Uruguay pudo encarar el año escolar 2022 gracias a una evaluación de los efectos causados por la pandemia y su impacto directo sobre el sistema educativo. El estudio fue realizado conjuntamente por el Ministerio de Educación y Cultura y el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo. Participaron de la tarea un conjunto de instituciones de segundo nivel como el Instituto Nacional de Evaluación Educativa cuya misión es estudiar regularmente la calidad de la educación en el Uruguay. Con esta combinación de esfuerzos lograron no sólo alinear los factores negativos que impactaron en la educación primaria y secundaria sino poner números a dichas pérdidas: US$ 15 millones. La cifra puede parecer modesta pero deja de serlo cuando se le da contexto a través de un sistema educativo decantado por años como el uruguayo.
Lo trascendente del estudio es que permitió identificar los daños directos y colaterales causados por la pandemia. El Gobierno encaró un programa de recuperación que arrancó en 2021 y sigue este año en los siguientes ítems: adecuación y mantenimiento de la infraestructura edilicia, fortalecimiento del personal de gestión, inversión en recursos tecnológicos, desarrollo de programas psicosociales y apoyo a estudiantes en situación de vulnerabilidad. A esta etapa también le pusieron cifras: US$ 29 millones.
El estudio profundizó además la percepción del daño académico producido por la pandemia. Se detectó un aumento del 1,2% en la tasa de repetición además de un agravamiento de las desigualdades de aprendizaje en contextos socioeconómicos más débiles, producto de la reducción de presencialidad en las aulas. Expertos convocados por el MEC y el INEE concluyeron en la necesidad de incorporar, como un brazo más del sistema, la práctica de la evaluación y diagnóstico ante situaciones extremas no previstas, como lo fue la pandemia. “El ejercicio prospectivo para determinar acciones dirigidas a prevenir o mitigar desastres como el causado por la pandemia es, desde ahora, un instrumento más de acción en el sistema educativo. El estado de alerta pasa a ser una práctica corriente” dictamina una de las conclusiones.
Como a todo el mundo, el COVID pilló a los uruguayos con la guardia baja. Pero aprovecharon el tiempo para diagnosticar daños y desarrollar métodos de cura.
¿Cómo andamos por aquí en este tema?