La quema de una parte del edificio de la ANR es toda una metáfora que necesita ser explicada. La cuestión más clara de todo esto es que hay un hartazgo hacia más de 70 años en el poder y especialmente un agotamiento del nivel de crédito que la población venía otorgando a este partido tradicional del Paraguay.
Los dirigentes no han planteado una renovación en términos administrativos, haciendo que la actual titularidad de un ex miembro de otro partido, como es el caso de Alliana, continuara en el poder a través de la operación denominada Cicatriz.
Lo que importa más a los colorados es no perder tantas intendencias en los comicios del próximo octubre, que ya vienen pospuestos por un año por culpa de la pandemia. Lo que aquí ha ocurrido también, es un desenganche definitivo del sector joven – los millenial´s entre 18 y 35 años- que anteriormente no participaban en actividades políticas (les importaba muy poco), pero que ahora han alzado su voz de protesta pacífica y también violenta, expresando su repudio a esta agrupación política. Les va a costar muchísimo ganarse adherentes.
Y lo dijo inusualmente el senador Sergio Godoy, que dice “¿con qué cara? ¿Con qué pañuelo colorado vamos a llegar a las casas de las personas buscando sus votos en las condiciones en las que estamos?
Claro, esta expresión del senador no se condice con sus colegas cartistas de la Cámara Baja que, disciplinadamente, evitaron que Abdo Benítez sea juzgado en Juicio Político por sus pares en el Congreso. Esta cuestión de aparentar ser oposición y gobierno al mismo tiempo ya es una farsa insostenible de cara a la realidad que vivimos los paraguayos.