Comentario 3×3
Por Benjamín Fernández Bogado
Los sectores campesinos que se manifestaron en los últimos días han conseguido una promesa del Gobierno de ayudarles en términos económicos, es bastante pequeña la ayuda en relación a lo que han perdido y lo que vienen perdiendo desde hace mucho tiempo mientras no se hace lo que debiera hacerse, una verdadera reforma agraria productiva, donde las personas que sean tenedores de tierras no las vuelvan a vender a otros que sí saben cómo cultivarla, sino que ellos vuelvan a recobrar el conocimiento y la capacidad asociativa de hacer que la tierra se convierta en una fuente generadora de subsistencia para sus familias.
La más grave crisis del sector es la llamada economía familiar campesina, donde hay mucho por avanzar en lo que se llama la agricultura orgánica, que ha crecido bastante en los últimos años, y es donde con conocimiento, con créditos, con transferencia de tecnología, bien podríamos encontrar un nicho para este sector que en este tiempo de pandemia ha encontrado también una propagación notable de su capacidad productiva, aquellos que sí ya tenían esa doble combinación tierras y conocimientos productivos.
En el Paraguay tenemos muchos campesinos, pero pocos agricultores. El simple hecho de vivir en zonas rurales no lo vuelve a uno necesariamente alguien capaz de producir a partir de la capacidad que le da la tierra y la capacidad de la producción. Tenemos que entender que hay un mercado cautivo en manos del Estado que bien podría ser el gran consumidor de estos productos, evitando con eso el ingreso de productos de contrabando que puedan afectar a su prolongación productiva en territorio local.
Hay que ser más creativos e innovadores. Ahora simplemente le dieron un pequeño pytyvõ para de nuevo dentro de cuatro o cinco meses volver a lo que siempre ya conocemos, manifestaciones, falta de apoyo e improductividad campesina.
