Benjamín Fernández Bogado
Desde Miami
Enviado especial de El Independiente
Las exequias de los más de 20 muertos en una escuela de Uvalde en Texas ha vuelto a colocar en el centro del debate -por unos días- el tema del fácil acceso a las armas, el poderoso lobby del National Rifle Association y la enmienda que garantiza el acceso y la portación de armas sobre un concepto absolutamente insostenible no solo en este siglo sino desde hace muchos años.
Los presidentes lloran las pérdidas pero no pueden imponer restricciones en una sociedad que no le conmueve contar más de doscientos mil fallecidos en casos de tiroteos similares a los acontecidos en las últimas semanas en Buffalo o en Texas. Aquí solo importa el comparativo si es mayor que otra situación similar que aconteció en los últimos años. Un mal entendido concepto de la libertad se impone sobre la racionalidad de prohibir todo aquello que se hace en nombre y respaldo de una enmienda cuestionada de la Constitución de los EE.UU.
Este país tiene en el negocio de las armas uno de sus puntales económicos pero reniegan en admitir que ese sea el principal argumento para sostener el este “complejo industrial bélico” como lo llamó y alertó Ikebana Eisenhower su exitoso general de la Segunda Guerra Mundial. Todos pensarían que un hombre de uniforme estaría de acuerdo con este poder pero su tamaño y su capacidad de influir en la política acabaron por rodearse de bien fundados temores.
Hoy el conjunto representa más de 50 millones de personas empleadas y los políticos no tienen muchas ganas de restringir esa economía para nada debido al impacto que tiene sobre sus votantes. Así el tema de las armas está muy lejos de disminuir su peso entre los actores políticos que se sienten muy cómodos en enviar condolencias a los familiares muertos pero que luego dejan enfriar las cosas para retornar al status quo tan celosamente custodiados por todos. En la misma semana de la matanza en Texas, este Estado acogió un encuentro del NRA con Donald Trump como invitado especial. Aunque hay que decirlo que ambos partidos tradicionales por las mismas conveniencias apuntadas actúan de similar forma ante esta discusión sobre la cual la autonomía de los Estados incluso se sobrepone a los buenos deseos federales de restringir su acceso.
Uno de los argumentos de los partidarios del uso de armas es la persona que aprieta el gatillo. Que las armas por sí solas no matan a nadie. Este sofisma llevó a medidas más drásticas en torno al acceso en algunos Estados pero la condescendencia política ha superado cualquier intento de colocar barreras más complejas para el acceso a las mismas.
Cada vez más jóvenes como el de Texas acceden a armas de guerra que en ningún otro país está al acceso de cualquiera. Para los sostenedores de una malhadada idea de la libertad, una combinación asesina de acceso fácil a las armas, escasa capacidad de responder desde la política en medidas restrictivas y el fuerte impacto económico del sector sobre la economía en general vuelven frustrantes para los grupos y personas que quieren el desarrollo de una agenda más dura y contundente sobre el tema.
Falta voluntad
Los padres de los 19 niños asesinados son en su mayoría hispanos y sucede el hecho con escasa diferencia con otra matanza contra un comercio ubicada en zona de negros en Buffalo. Esto sin embargo solo agrega un elemento más a esta orgia de sangre que no ha reparado en colores, sexos ni grupos en particular a la hora de contar los miles de muertos por el fácil acceso a las armas y la escasa voluntad de restringirlas.
Llantos y penas una vez más para volver siempre a lo mismo. EE.UU. no demuestra en su conjunto como sociedad el verdadero compromiso de ajustar sus normas de vida a los estándares de cualquier sociedad desarrollada y cuando se menta la libertad y se la relaciona con las armas claramente emerge una gran distancia entre la civilización y la barbarie como diría Sarmiento.