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Sombrío panorama de nuestro ascenso social

Antes que establecer políticas robustas de ascenso social, estamos descendiendo al caos, sin caer en preguntas ingenuas, es menester poner sobre la mesa el debate/solución sobre esta problemática, de esa manera salir de los debates presidencialistas como un pugilismo lingüístico.

¿Qué hay detrás de este fantasma que nos llena de miedo y rabia? Probablemente coexistan estas preguntas: ¿Existen relaciones organizadas de colaboración, (policías, políticos, militares)?, si es así, ¿Cuánto aumenta su potencial de penetración en los territorios?, ¿su potencial económico, de fuego y de reclutar convirtiéndose en el ascensor social? ¿Cómo define la sociedad de consumo el ascenso social? ¿Cómo ven los jóvenes las oportunidades de ascenso social? ¿La educación abre puertas hacia el elevador social, entre los jóvenes de clase media? Si agregamos datos como ausencia del Estado en derechos básicos, salud, educación y justicia, estamos frente a un ecosistema brutalmente peligroso para nuestra paz.

¿Cómo traducimos un estado débil o ausente?: Recursos insuficientes y malversados para cumplir con derechos básicos, salud, educación universal y de calidad, servicio civil débil, ante tamaña amenaza, y para rematar, partidos políticos ocupando espacios prebendarios y clientelares, haciendo posible un ascenso social partidario.

No soy experta en crímenes transnacionales sustentados por el narcotráfico, pero sí desde las ciencias de la educación puedo determinar que hemos permitido que
nuestros jóvenes ingresen a las filas de esta industria. ¿El crimen organizado podrá sustituir el ascenso social o la escalera social tradicional llamada escuela? Creería que sí, porque lo hace de una manera más rápida, y/o porque las vías tradicionales, escuela, universidad, no son accesibles o están ausentes.

¿Qué está pasando con nuestros jóvenes que son expulsados del sistema educativo en estos 10 últimos años, ¿Qué pasó con los jóvenes «desertores de la educación formal», atendiendo que hoy día tenemos datos escalofriantes? De cada 1.000 alumnos apenas terminan 400, ¿Dónde están los otros 600?, ¿Cuántos ingresan a la facultad o a algún instituto técnico?, y de los que ingresan, ¿Cuántos egresan con habilidades de siglo XXI?

Estas realidades son las que debemos resolver. Los políticos debemos asumir que la gobernanza de un país es para agregar valor a los gobernados, y los electores están eligiendo a quién contratar para resolver esta problemática. En todo este tiempo que trabajé en mi país, nunca vi una política suficientemente eficiente, capaz de brindar habilidad para que independientemente de la situación de cada paraguayo, pueda tener oportunidades de empleo.

Debemos construir un Paraguay con institucionalidad fuerte y competir con este flagelo del cual nadie quiere ocuparse institucionalmente y de forma sistémica.

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