- La política como arte. La política es un arte porque requiere destreza, sagacidad y prudencia. Arrojo. Muchos creen poder ser políticos, pues solo ven en la política discursos y glamour. Atrás de la política, hay mucho más que eso. La política no es para todos. La política exige esfuerzo. Resistencia ante los ataques implacables de los enemigos. Y a veces de los amigos. La política es un arte porque exige arrojo, creatividad e intuición. Intuición: esa cualidad que está más allá de todas las virtudes y que saca a flote al político.
- La política como oficio. Todo oficio requiere una guía. Y un aprendizaje paciente. Una humildad creadora. Saber aprender. Estar sometido a la prueba y al error. Saber levantarse una y otra vez de las derrotas. Asumir con prudencia los triunfos: no dejar que los carcoma la vanidad. La política solo se aprende haciendo política. No hay manuales que la enseñen a cabalidad. Es un oficio artesanal y se le debe tener respeto. La política finalmente, es el oficio de la decisión. El más difícil de los oficios.
- La política como vocación. Como decía Weber, la política no solo es profesión u oficio, también es vocación. Hay quienes a la primera pierden una elección y se van a su casa maldiciendo a la política. Echando culpas al mundo. No. Para ser político hay que tener vocación. Es decir, un objetivo mayor que el poder por el poder. Esa pasión interna por lograr los objetivos. Ese compromiso consigo mismo por trascender a la inercia.
- La política como negocio. No para todos, la política es solo convicción y ambición por el poder. Relevancia y ego. Hay quienes utilizan la política para enriquecerse o enriquecer a otros. Nada nuevo bajo el sol, pero ahí está una de las patologías más comunes de la política. Y una de sus tragedias y fracasos más grandes.
- La política como poder. El fin íntimo del político es el poder. De ahí se desprende lo demás. El poder es control, decisiones que impactan en miles. Fama y relevancia. El político busca el poder porque quiere autoridad e influencia. Reconocimiento público. Pero no se olvide que el poder tiene caras sombrías: la corrupción y el abuso. Esos están presentes siempre. Ejercer el poder, implica inevitablemente, pagar por ello. Y a veces mucho.
- La política como responsabilidad. Los cargos no son una carta de impunidad. No se otorgan sin condiciones. El político tiene que actuar, no evadir. Aceptar el ajuste de cuentas que exigen quienes lo eligieron y hasta sus propios enemigos políticos. Tiene que dar cuenta de sus ineficacias y sus omisiones. La responsabilidad política implica reconocer que el poder otorgado, tiene que ser un poder útil y productivo para la gente, no para el político.
- La política como pasión. No hay política sin pasión. La pasión es el motor del político. Se manifiesta en sus ideales y convicciones. En su responsabilidad ética al momento de decidir. Un político debe saber defender sus ideas, sus convicciones. No dejarse de sus enemigos. No flotar plácidamente en su encargo. Un político tibio, de poco sirve a la política. Y a la gente.
Culiacán, Sinaloa, miércoles 18 de octubre de 2023. Twitter @guadalupe2003