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Siete consejos para un analista político

  1. Sea objetivo. Todo analista político debe ser objetivo. Esa debe ser una cualidad indispensable para alguien que analiza una realidad tan controvertida como la política y sus actores. La política es pasión y controversia y el analista no es ajeno a esta realidad, pero debe serlo. Su juicio tiene que ser lo más cercano a la neutralidad, pues la neutralidad pura no existe. Ser objetivo no quiere decir que no comprometa su opinión o mantenerse al margen. Nadie quiere a los que no se arriesgan.
  2. Prepárese. Analice bien las cosas. No llegue a la columna de opinión o a la mesa de análisis sin ir preparado con datos y tesis basados en éstos. Si no se prepara, hablará sin sustento. Hablará mucho y no dirá nada. Llenará sus comentarios de lugares comunes. Repetirá lo que otros dicen y su participación pasará desapercibida. Comprometer su opinión en un medio, conlleva una responsabilidad. No puede ir a decir cualquier cosa. 
  3. Aporte algo nuevo. Hay miles de analistas políticos. No es fácil sobresalir. Decir algo diferente. Los temas versan sobre lo mismo, y los comentarios terminan siendo los mismos. Es importante que usted haga el esfuerzo por llevar otra mirada. Algo que nadie haya visto. Algo que nadie espera. Una de las virtudes del análisis es precisamente la novedad. Ahí donde se piensa que no hay nada nuevo, el buen analista lo encuentra. No olvide el humor: el humor inteligente, por supuesto.
  4.  No sea exagerado. La exageración es la gran tentación del analista político. Es una práctica común. La opinión pública está llena de analistas exagerados. Afirman que es el fin de la economía, de la política, de los partidos. Llevan sus conclusiones al extremo. Anuncian el desmoronamiento del país, el fin del estado de derecho y de la moral pública. Sobredimensionan todo. En el fondo, son conclusiones perezosas, pues exagerar no requiere análisis profundo.  
  5. No tome partido. Se vale que usted simpatice con una corriente y que lo diga. Pero si toma partido, usted ya no será objetivo. Todo lo que diga será voz para los militantes. Será una opinión prejuiciada. Al servicio de una causa. Lo ideal es no tomar partido. Pero también se vale. Lo que más importa es que haya honestidad y transparencia al opinar. Y que el público lo sepa. Ah, y que no se apasione demás. Nunca los extremos son buenos.
  6. No se crea dueño de la verdad. El análisis político no está exento de pasión. Pero no se cierre a su verdad. Hay tantas verdades como voces hay. No se aferre a sus argumentos y conclusiones. Entienda que hay otros que piensan distinto a usted y que tienen que ser respetados. Contradictoriamente, hay analistas intolerantes al debate de las ideas, pues se creen dueños de la verdad. Y de la verdad, no es dueño nadie.
  7.  Piense en el público. Antes de ponerse del lado de los intereses propios o externos, póngase del lado de su público. Piense en quienes le escuchan o lo leen. Qué viven, cómo piensan, qué les indigna y en qué sueñan, si es que lo hacen. Conéctese con la vida social. Recorra sus calles y sus mercados. Sepa lo que valen las cosas que se compran en un hogar. No se encierre en su burbuja de opinión. 
Guadalupe Robles
Guadalupe Robles
Gerente de Relaciones Institucionales del Grupo Debate. Politólogo por la UAM. Doctor en Derecho de la Información. Profesor-Investigador. Lector disperso.

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