La democracia es el camino y un compromiso insobornable
Tres años atrás, cuando circuló el primer número de El Independiente, asumimos el compromiso de ser rigurosos custodios de valores tan caros como libertad, democracia y defensa de la República. Nos respaldamos entonces en dos grandes protagonistas del siglo XX. Citamos a Winston Churchill, quien tuvo el hermoso atrevimiento de definir la democracia como el menos malo de los sistemas políticos. Y tomamos prestada una de las máximas del gran Mohandas Ghandi, en aquello de que no hay un camino hacia la paz, que la paz es el camino, sólo que nos permitimos reemplazar la palabra paz por democracia. Creíamos, y lo seguimos haciendo, que aunque por momentos nos gane el desánimo y el desencanto, hemos avanzado desde aquel augural 3 de febrero de 1989 en construir una vida al amparo de la Constitución que tutela la existencia de la República y de las instituciones que la conforman.
En El Independiente sigue intacto el espíritu que motivó nuestra aparición el 2 de setiembre de 2019. Sabíamos que la tarea asumida sería difícil, llena de complejidades y de amenazas. Pero este diario no nació para la vida cómoda y mucho menos para agradar al poder, sea éste económico, político, religioso o de cualquier otra naturaleza. Todo lo contrario, estamos para incomodar, para decir lo que muchos no quieren que se diga. La corrupción y la transa política va a tenernos siempre en la vereda de enfrente, desnudándolas y empujándolas hacia los dominios de la justicia cuyo imperio soñamos sea alguna vez absoluto e indoblegable.
Seguiremos metiendo el bisturí de la noticia, del análisis y de la investigación en todo lo que tenga que ver con el manejo del dinero público. Despreciamos profundamente el derroche, el dispendio de recursos valiosos, el desvío, en suma, de los aportes de la ciudadanía hacia los bolsillos de los corruptos que se sirven del poder para acaparar licitaciones, autocomplacerse con sueldos descomunales y rodearse de las comodiades que sólo un Estado manirroto y sin control regala a los oportunistas que lo infectan.
Hemos llegado hasta aquí porque nos importa la República y porque no nos apeamos del sueño de un país administrado con prudencia, sabiduría y casado para siempre con la Constitución que supimos darnos en 1992.
Nunca claudicaremos de ese propósito. El compromiso sigue y con el mismo entusiasmo de hace tres años.