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Que ser valiente no salga tan caro

Que ser cobarde no valga la pena. Estrofa de una canción de Sabina que resuena con el cobarde asesinato de un tipo honesto, entregado a su labor, valiente y abnegado, con tiempo para dedicar su tiempo libre a causas nobles y a hacer de este país un lugar más habitable.

Lo ocurrido con Marcelo Pecci es tristemente un mensaje para todos aquellos héroes que se mantienen inquebrantables en su lucha contra la mafia: Van a esperar el momento adecuado para destruir a tu familia y lo van a lograr muy fácilmente porque el Estado que debería protegerte no lo hace, alega demencia y pide más presupuesto, para seguir contratando a más amigos y seguir ocupándose de lo que menos importa, en lugar de resguardar por la seguridad de aquellos que quieren hacer de este un país seguro.

El mensaje es triste y desalentador, porque a la gente la asaltan en las calles porque los policías están muy ocupados escoltando a los contrabandistas, en este reino del revés y de la ignominia.

Mientras el Estado siga obnubilado en hacer un festín para los amigos, todo ciudadano de bien, todo profesional honesto va a seguir siendo un tonto o una molestia para un sistema que está podrido desde la copa hasta las raíces. Marcelo Pecci no merecía morir, Marcelo Pecci es un mártir y una víctima no solamente de la mafia, sino principalmente de un Estado que no lo protegió, mientras que otros cierran el tránsito escoltados por una docena de efectivos policiales, solamente para ir a hacer arreglos espurios entre similares.

La mafia mata, no es nada qué debería sorprendernos, pero un Estado que no protege y deja el arco abierto para que los mafiosos se muevan de diestra a siniestra es imperdonable. Gracias Marcelo por tu legado, por mostrar el camino, por ser un convencido y un luchador en medio de un mar de cobardes.

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