martes, diciembre 24, 2024
23.5 C
Asunción

Que miedo de la justicia

La justicia, aquella responsable de equilibrar los poderes, de que nosotros ciudadanía y como un país libre, nos sintamos seguros y cobijados por ella, a sabiendas de que vivimos (en teoría) en un estado de derecho donde nada ni nadie, podría imponer su fuerza sobre ella, la protectora de sobre nuestros derechos fundamentales.

En un pais de verdad, nadie se encuentra por encima de ella, ella es autónoma, independiente, libre, paralela a toda línea. Solo observa como un buen árbitro, impecable, inflexible, y justa, que no tolerara faltas al juego.

Hoy nuestra justicia se encuentra secuestrada, tomada de pies a cabeza, todo esto fue lento y progresivo, fue imperceptible a nuestros ojos, pero ella fue infiltrada de manera estratégica, diseñada por el mismo grupo que hoy la controla, estos mismos quienes la conforman a placer, posicionaron a dedo a muchos de sus jugadores, con ayuda, flanquearon y esquivaron a grandes hombres y mujeres, honestos, honrados, incorruptibles, para posicionarse muy por encima de ellos, siempre bajo un manto de legalidad, la neutralizaron, la privatizaron y la utilizan a gusto, hoy como una poderosa arma.

Nuestro sistema judicial, los órganos que componen la ley hoy están secuestrados, perdiendo toda autonomía, respondiéndole serviles a un UNICO PODER. La corte suprema, el ministerio público, la fiscalía, lejos de poder brindarnos una sensación de seguridad, hoy son sinónimos de persecución, chantaje, extorsión e injusticia sobre el ciudadano común. Una justicia sometida, confeccionada a medida por sus propios captores, respondiendo por supuesto UNICAMENTE al interés o motivaciones de sus amos.

Así como se la ordeno obediente y firme para actuar de oficio ante hechos banales, vyroreis fútiles, de poca o nula importancia, absolutamente intrascendentes para el crecimiento y desarrollo de nuestro pais, pero displicente, apática y tibia para actuar, ante los más escandalosos actos de corrupción, el incesante y descarado robo al patrimonio público. El actuar de la justica  es peligrosamente desproporcional.

Lo triste y peligroso de todo esto, es cuando nos demos cuenta de lo vulnerable que somos, va a ser muy tarde. Porque la balanza ya se inclino, por un lado la bendición de la inmunidad y absoluta impunidad para los del equipo.

En contra partida al ciudadano común, al luchador social, al denunciante al que molesta, reclama, o acusa a los amigos del poder, puede tener certeza de que a poderosa e implacable espada de la ley caerá sobre sus cabezas.

DESPERTEMOS!

Guillermo Rodríguez
Guillermo Rodríguez
Médico Nutriólogo

Más del autor

Cristo de cumpleaños

Incomunicados y solos

Una francesa valiente y corajuda

24-12-24

La pobreza sigue golpeando a la Argentina