“Que hablen bien o mal; lo importante es que hablen de mi” es la frase que acuño Salvador Dalí y que se fue adoptando en distintos ámbitos, incluyendo el marketing y la comunicación política. Hoy es una especie de mantra que se repite casi sin sentido, como una certeza inamovible.
¿A Carlos Portillo le sirvió su fama? Y de él se habló mucho, y estoy seguro que su exposición mediática fue antes que nada una situación fortuita, propia de la improvisación. Metió en su curriculum digital que tenia decenas de licenciaturas, era abogado, administrador, arquitecto y hasta cinto negro de karate (estoy exagerando claro, pero sí, tenía muchos títulos y no pudo demostrar haber cursado esas carreras.
Era una especia de Sheldon Cooper o Doogie Howser en papeles). A esta pifiada se le sumo su particular forma de expresarse y sus intervenciones.
*¿Ese reconocimiento le sirvió para que no lo saquen de la Cámara de Diputados?
* ¿La gente en redes lo defendió? ¿Se hicieron manifestaciones autoconvocadas fuera del congreso durante el proceso de perdida de investidura? No.
Entonces ¿De qué sirve que te conozcan mal? Del otro lado muchas autoridades que están trabajando y logrando objetivos efectivamente tienen un problema de comunicación, y están invisibles: hacen gacetillas, posteos, videos, pero no sobresalen al no lograr un relato que cautive, pero este es otro problema, que tiene solución.
Ahora bien, si generas visibilidad y discusión (a favor y en contra) se puede trabajar sobre lo disruptivo y sobre un debate, y esto te permite posicionamiento, identificando que sectores nunca van a apoyarte y cuales te van a conocer escuchando también tu relato y postura ante los hechos que generan discusión social. Pero sobre todo van a saber que hiciste y que estas haciendo sobre los temas que afectan directamente a la ciudadanía.
Finalmente, si uno no tiene el control sobre su comunicación, el seguimiento constante, el análisis y la lectura de la interacción, lo que hablen mal, generara una visibilidad, pero ningún respaldo. No siempre van a hablar bien de nosotros, pero no puede ser una premisa el que hablen como sea ya que los resultados serán catastróficos.