La expresión aquella que dice que uno es esclavo de sus palabras y dueño de sus silencios, bien puede aplicarse al presidente de la República, silencioso desde hace varias semanas, y cuando habla -según cuentan los que lo escuchan- no necesariamente nos demuestra que se encuentra con el control del país que se requiere de un mandatario.
El senador Aquino del PLRA contó en el Plenario de Sesiones de la Cámara Alta esta semana, que el presidente de la República a la petición de la familia Acevedo, específicamente del gobernador, después del atentado contra uno de sus hermanos le contestó “¿y qué querés que haga?”
Eso significa -más o menos- que cuando uno busca el amparo y reparo donde debiera, y le responde de esta manera, es que el país no tiene solución o no tiene capacidad -el capitán- para estar al frente del timón de un barco. En estas condiciones pareciera que estamos navegando en una situación procelosa, sin faros, sin tiempo de destino, y quizás incluso, con el barco tomado por los piratas.
Si el propio Presidente no sabe lo que tiene que hacer, si no tiene el equipo para llevar adelante, y si se expresa sin pensar en la gravedad de sus dichos, es que realmente estamos muy mal.
