Jamás tantos países se reunieron para llegar a tan miserables conclusiones: Para CELAC, la guerra genocida en Ucrania es una “preocupación”.
Lo dijimos hace algunos días en este mismo espacio. La cumbre de la Celac de Bruselas sería la rampante manifestación de hipocresía y cinismo de un montón de burócratas reunidos para cumplir una agenda, discursear y sacarse la foto de familia típica de esta clase de convocatorias multitudinarias.
Esta triste condición queda evidenciada en el palique, dicen que subido de tono, entre quienes debían darle contenido y forma a la declaración final de la cumbre. Les costó ponerse de acuerdo entre las dos propuestas de redacción del item numero 15 sobre la situación en Ucrania. Una de ellas planteaba un tono amable con Rusia -país agresor- con esta fórmula: “Expresamos nuestra profunda preocupación por la guerra en curso en Ucrania…”. La otra propuesta, en cambio, era un tanto más jugada: “Expresamos nuestra profunda preocupación por la guerra en curso contra Ucrania…”. Todo radicaba en una preposición. Guerra en Ucrania sonaba mejor al agresor y sus aliados lantinoamericanos Cuba, Venezuela y Nicaragua. “Si es así, firmamos” habría asegurado la primera dama nicaraguense Rosario Murillo. Sin embargo, tras algunos cabildeos, ganó la otra redacción –guerra en curso contra Ucrania- que enojó a la delegación nicaragüense y dejó satisfechas a medias a las otras dos dictaduras, Cuba y Venezuela.
Resumen: a Celac “preocupa” un conflicto que lleva ya 17 meses durante el cual Rusia hizo llover sobre Ucrania 5.000 misiles de medio alcance comisionando además 3.000 jets de combate, entre ellos los letales Sukhoi35 y Mig34 dotados de “munición inteligente”.
El despliegue de esta monstruosa maquinaria y sus resultados en el campo de batalla cae bajo el principio de que la primera víctima de la guerra es la verdad. No hay manera de sacar cifras rotundas y comprobables. Los rangos de contabilidad son amplísimos ya que se habla de entre 50.000 y 200.000 bajas rusas -muertos, heridos y desaparecidos- contra no menos de 150.000 ucranianas. Una agencia europea de noticias cuantifica en 8,1 millones los refugiados que abandonaron Ucrania mientras otros 17,6 millones se quedaron pero necesitan asistencia humanitaria ante el colapso en el abastecimiento de alimentos y medicinas. Por su parte, la viceministra de Relaciones Exteriores ucraniana, Emine Dzheppar, estima que los daños a la infraestructura no bajan de US$ 138.000 millones. La deuda que está acumulando el país entre compra de armas y planes de reconstrucción es, por el momento, inconmensurable.
Pero para Celac, toda esta catástrofe humanitaria, producto de la aventura de un autócrata sanguinario, no merece nada más que una simple preocupación.
Lo dicho: hipócritas y cínicos, capaces de pelearse por una preposición en un pedazo de papel, pero insensibles ante la ancha y profunda tumba colectiva en que los rusos están decididos a convertir Ucrania.
