La teoría de la imprevisibilidad, cuyo origen deviene del derecho romano, nace como una institución cuyo fundamento es la buena fe contractual, cuando han cambiado sustancialmente las condiciones originales de un contrato privado. Luego, Jean-Jacques Rousseau establece que “los seres humanos acuerdan un contrato social implícito que les otorga ciertos derechos a cambio de abandonar libertades…” que naturalmente son cedidas al Estado, y éste, a través de gobernantes, dispone su mejor o peor uso, que es nuestro tema aquí y ahora.
Es una justificación corriente, difundida en todos los medios y en los distintos poderes de la República, la repetida frase: “no lo pudimos prever”. Y parece que con esa breve expresión queda todo resuelto y no hay responsabilidades, responsables ni castigos. Solo voy a entrar, amable lector, en casos emblemáticos para no abrumarles. El hecho es cuando el Gobernante, teniendo la obligación de prever, por acción u omisión, no previó lo que naturalmente en cualquier país serio, hubiera sido previsto.
Ciertamente, el COVID 19 figura en el primer lugar y nadie imaginó semejante catástrofe imposible de prevenir. Pero a partir de los primeros días de marzo del 2020, la sucesión de errores, negligencias y descuidos, solo exceptúan a médicos y enfermeras. Todo lo demás, tarde y mal. Compras de insumos, negociaciones tardías y con sobreprecio, medicamentos vencidos, etc., etc. Los responsables están aún por verse y las empresas identificadas, apenas si han recibido algún castigo. Conclusión: Premio.
La negociación de Itaipú con la famosa acta que llevó Joselo por encargo del Vicepresidente Hugo Velázquez, pero que, en realidad, a juzgar por los justificativos y el silencio actual, fue apenas un problema logístico de quien llevara las carpetas. El costo fue la renuncia del Canciller Luis Alberto Castiglioni, quien se apresta por estos días a asumir la responsabilidad de un nuevo Ministerio. Conclusión: Premio.
Tal vez el premio mayor se lo lleve el Metro Bus. Más de dos años después de lo prometido, lo que quedó fue un montón de escombros que dejó una obra que fue una afrenta para los vecinos, una nueva frustración para Asunción, que aspiraba comunicar San Lorenzo por una arteria súper rápida, y que finalmente terminó en una colosal estafa. Giménez Gaona, ex ministro del MOPC, libre de culpa y cargo. Conclusión: Premio a la impunidad.
Hay otro hecho que resulta más que curioso, como el Director de Copiado del Senado, Sigfrido Dionisio Fonseca Vera (Gs. 14.652.000(). El director de Mozos, el sindicalista Manuel Gamarra, tiene un salario que asciende a la suma de Gs. 10.371.600. Como si faltaran ejemplos, el jefe de ascensoristas de la cámara alta, solo por aburrirse de subir y bajar llega a la suma de Gs. 4.946.500. Premio: cargos no necesarios y rentables.
Lo cierto es que, más allá de esta enumeración arbitraria y exigua, muy pocas veces se piensa en la real necesidad de la gente y mucho menos en el servicio que se presta. Podríamos concluir que todos los casos confluyen en un principio común: tu necesidad es mi negocio, y que el Paraguay espere que vengan tiempos mejores.