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¿Posverdad o proverdad?

Cada vez que se caldea la discusión en torno a un tema, aislar esa discusión al tema específico puede hacernos caer en un error o bien, formar parte de un plan aparentemente bien pensado por otros.

Los conocidos casos de “cortinas de humo” utilizados por varios gobiernos cuando quieren dar vuelta de página a un asunto que les resulta difícil de digerir son solamente una pieza del rompecabezas en estos tiempos de posverdades.

La posverdad es una distorsión deliberada de la realidad en la que priman las emociones y creencias personales o de un grupo en particular, que distan de los hechos objetivos y ni siquiera buscan sustentarse en ellos: modelan según sus propios intereses una realidad falaz y la repiten con tanta vehemencia que logran un impacto en la opinión pública.

Gran parte de nuestras decisiones, de nuestros miedos y de nuestras preferencias están cimentadas en las emociones y varios campos con los que coexistimos a diario han tomado este conocimiento para influir de manera casi imperceptible en la manera en que actuamos, como vestimos, los lugares a los que vamos y lo que consumimos. Un producto ya no se vende comentando las características del mismo, sino lo que hace sentir a uno “solo hazlo”: no existen argumentos, solamente emociones desconectadas de detalles.

Esta posverdad también permea en la política, especialmente en momentos electorales, donde vemos miles de caras con números inundando redes sociales usando las mismas herramientas que el marketing utiliza para vendernos un par de zapatos, con la salvedad que aquí hablamos de los destinos de una nación, de millones de personas, de las cuales un gran porcentaje se encuentra viviendo por debajo de las oportunidades que le deberían ser otorgadas por derecho.

Golpes en el pecho, voces quebradas, pocos planes de gobiernos o propuestas concretas no basadas en populismos inviables en su ejecución. Este canto de sirena de la posverdad nos puede hipnotizar y hacernos creer que es incluso más importante que la verdad, asumir que aquella persona que ya se encuentra en un cargo de poder ahora sí va a hacer algo por las personas, siendo que su carrera es un camino sinuoso de posverdades y conductas dudosas.

Cada año que pasa, cada día que pasa, tenemos acceso a mucha más información que las elecciones pasadas. Busquemos los nombres de las personas que piden amablemente nuestros votos, busquemos qué proponen, cómo piensan hacerlo y con quienes piensan hacerlo. Si compramos unos malos zapatos por culpa de una publicidad falaz, siempre tenemos los viejos para aguantar un poco más, pero votar mal nos puede llevar a cinco años donde nuestro futuro y el de nuestros seres queridos sufran pérdidas irreversibles en materias de seguridad, educación, salud y trabajo.

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