EE.UU. pone nombre y apellido a una historia que ya se conocía
No es poca cosa ser acusado de socavar la estabilidad de las instituciones democráticas. Tampoco es menor que le atribuyan haber contribuido a que se instale (sic) la percepción pública de corrupción e impunidad dentro de la oficina del Presidente del Paraguay.
Estos cargos están incluidos en la comunicación oficial del Departamento de Estado de Estados Unidos en la que se atribuye al expresidente Horacio Cartes su participación en “significativos actos de corrupción”.
Manejados a escala local, estos hechos suelen perder indefectiblemente toda su potencia intrínseca. La rutina informativa, las máquinas de moler verdades y los medios vinculados terminan por convertirlos en simples anécdotas o, en todo caso, en generar lo peor de lo peor, la indiferencia general.
Pero de pronto, cuando nadie lo esperaba, una embajada extranjera -la más “pesada” de todas- reúne esos hechos, los pone en fila, los categoriza y les asigna nombre y apellido, presentándolos formalmente en un comunicado con membrete y escudo identificatorios. El lenguaje, por diplomático que sea, no deja lugar a dudas: “Esta designación pública se realiza en virtud de la Sección 7031-C de la Ley de Asignaciones sobre Operaciones Extranjeras y Programas Relacionados del Departamento de Estado 2022. El Departamento también está designando a los hijos adultos de Cartes, Juan Pablo Cartes Montaña, Sofía Cartes Montaña y María Sol Cartes Montaña”. Fin de la cita.
Por decirlo suavemente, el lavado de activos no está muy bien visto en la legislación norteamericana. Pero el tema se pone espeso para el expresidente en esta dura observación: “Estas acciones permitieron y perpetuaron la participación recientemente documentada de Cartes en organizaciones terroristas extranjeras y otras entidades designadas por los Estados Unidos, lo que socava la seguridad de los Estados Unidos contra el crimen y el terrorismo transnacional y amenaza la estabilidad regional”. Esto es grave. Participar en terrorismo es asunto mayor en EE.UU. Es, sin temor a exageración alguna, casi la carátula de un expediente que podría ser abierto próximamente en la justicia norteamericana.
Y permítasenos una reflexión de cierre: nunca nos equivocamos al hablar de la “lavandería a cielo abierto” del ex presidente.
Fue apenas el titulo anticipatorio de una verdad evidente.
