Quizá entre las categorizaciones de personas en el mundo nos encontramos aquellos que pensamos o sentimos más. Es difícil encontrar a esa persona que presente un equilibrio entre el sentir y reflexionar acerca de lo que sea. Sabía que solo era tan inteligente como sus emociones. Las emociones son primitivas, impulsivas y pueden llevarnos por mal camino. Por ese motivo escuchamos casi siempre la recomendación; “pensá antes de hablar o actuar, y no reacciones al primer impulso emocional”. Una persona sabia utiliza la razón para anular y controlar pasiones primitivas.
Ellas sin embargo, no debemos tomarlas cómo algo superficial o irrelevante, porque lo que sentimos y pensamos se encuentran en el mismo lugar; nuestra cabeza, cada encéfalo cerebral representan los ángulos importantes del ser humano. Uno que se debe destacar por pensar y sentir bien, no solo por su capacidad de reflexionar o meditar correctamente sino por lograr balancear el pensar y meditar para actuar o comunicar en orden lo que queramos hacer realidad.
Si antes se creía que las pasiones eran primitivas y destructivas, ahora se comprende que a menudo también son sabias. La mayoría de las veces las emociones guían la razón y nos hacen más racionales. Seguimos viviendo en una sociedad excesivamente obsesionada con la capacidad intelectual bruta. Nuestras escuelas clasifican a los niños en función de su capacidad para obtener buenos resultados en los exámenes estandarizados, menospreciando el tipo de sabiduría que alberga el cuerpo y que es igual de importante para desenvolverse en la vida.
A partir de las emociones
El mundo piensa y siente desde el descanso, al despertarse y volver a reposar, nadie es mejor que el otro solo por recordar bien, saber más o lograr solucionar cualquier problema de alguna ciencia exacta bien y rápido, el ser humano no es perfecto más si perfectible, y no está bien presumir nuestras capacidades en los círculos sociales donde trabajemos, estudiemos o nos relacionemos con otra persona.
El ser soberbio o ser alguien con una actitud de la persona que cree tener una posición de superioridad o de privilegios frente a los demás no está bien visto ni es agradable para cualquiera en un planeta donde existen millones de mentes con mayor y mejor capacidad que aquel presumido que hayamos conocido y nos haya fanfarroneado sus pensamientos.
Nuestros modelos económicos se basan en la idea de que los seres humanos son criaturas racionales que calculan fríamente su propio interés, y luego nos sorprendemos cuando los inversores se lanzan al frenesí de una burbuja bursátil.
Mucha gente está alejada de su propia vida interior porque no sabe cómo funcionan sus emociones que debemos conocer bien para lograr controlarnos ante cualquier persona o situación que nos toque vivir que podrían afectar a quienes nos escuchen o vean reaccionando de una forma inadecuada que sea fruto de nuestra emoción y no la razón. La misma se destaca por ser moderada, calmada y no tan primitiva cómo habitualmente se expresa nuestra alegría, enfado o molestia ante, dónde y cuando sea. Y que no debemos bloquear o sentirnos incómodos por emocionarnos ante lo que nos recuerde algo feliz, triste o incómodo en nuestras vidas, no nos hace menos llorar o sentirnos mal ante lo que sea, el sollozar es sano porque;
Libera hormonas y toxinas: Llorar libera toxinas y hormonas relacionadas con el estrés, como la oxitocina y las endorfinas, que se relacionan con el placer y el bienestar.
Reduce el estrés: las lágrimas contienen manganeso, un mineral que regula el estado de ánimo. Llorar puede ayudar a reducir los niveles de estrés y a sentirse mejor.
Favorecer la relajación: el llorar puede tener un efecto sedante, antidepresivo y puede favorecer la relajación muscular.
Ayuda a dormir: Los efectos de relajación y bienestar que brindan las lágrimas pueden favorecer el sueño.
Favorece el apoyo emocional: Cuando una persona ve a otra llorar, es más probable que se acerque a ofrecerle ayuda y puede servir para iniciar o fortalecer una relación humana.
rGandes avances de comprensión
Las cosas se pusieron realmente en marcha en 1994, cuando el portugues Antonio Damasio publicó su clásico libro El error de Descartes. Damasio había estudiado a pacientes que tenían problemas para procesar las emociones. No eran superinteligentes. Personas incapaces de tomar decisiones y sus vidas giraban en espiral. Damasio demostró que las emociones asignan hábilmente valor a las cosas, y sin saber qué es importante, o qué es bueno o malo, el cerebro se limita a dar vueltas sobre sí mismo.
Las emociones y la razón son un sistema integral para una buena toma de decisiones, no hablar o “hacer algo “fuera de lugar” que luego podamos lamentar. Ahora entendemos mejor cómo se forman y qué hacen por nosotros. Para simplificar un poco, por debajo de la conciencia, el cuerpo reacciona constantemente a los acontecimientos que lo rodean: el corazón se acelera o se ralentiza, la respiración se acorta o se alarga, el metabolismo ronronea o ruge. Y esto es producto de la emoción que se encuentra trabajando en nuestros cuerpos. Existirán siempre y cuando estemos con vida y tengamos estímulos que puedan ser captados por nuestros ojos, oídos y tacto que nos lleven a recordar a personas, momentos o lugares que hayan marcado algo en nuestras mentes.
Muchas de estas reacciones se producen en el sistema nervioso entérico del tracto gastrointestinal, a veces llamado “el segundo cerebro”. En ese sistema hay más de varios cientos de millones de neuronas; el 95 por ciento de la serotonina, un neurotransmisor, está ahí. Por eso se insiste mucho en atender y cuidar nuestros intestinos cómo la cabeza. Donde existen funciones importantes para todo el organismo que son;
El pensamiento:El cerebro controla lo que piensas, cómo aprendes y recuerdas, y cómo te mueves. También permite pensar, comunicar, manejar las emociones y formar opiniones
Movimientos: controla los movimientos voluntarios, el habla, la inteligencia, la memoria, las emociones y procesa la información que recibe a través de los sentidos.
Las estructuras profundas del cerebro, conocidas como el sistema límbico, controla las emociones y los recuerdos. El hipotálamo controla las emociones y también regula la temperatura corporal y controla funciones como comer o dormir. El hipocampo envía recuerdos para que se guarden en áreas del cerebro.
Allí también se encuentra el Sistema nervioso central que conecta el cerebro con los nervios de la mayor parte del cuerpo, lo que permite que el cerebro envíe mensajes al resto del cuerpo. La red que forman el cerebro y la médula espinal se llama sistema nervioso central (SNC).
También posee otras funciones porque controla muchas cosas de las que apenas te das cuenta, como el latido de tu corazón, la respiración, la digestión, la temperatura y los cinco sentidos.
aL masa encefálica o cerebro es uno de los órganos más importantes que tenemos cómo cualquiera que forma nuestra orquesta particular que demandan encontrarse bien afinados y en orden siempre para evitar complicaciones desagradables cómo ser diagnosticados con enfermedades peligrosas que puedan incidir en nuestras formas de pensar o sentir. Que forman parte de cualquier ser vivo en nuestro planeta cómo el respirar, escuchar, ver u oler, no hay algo más natural que el meditar y/o sentir en los momentos y espacios oportunos para hacerlo.
rPoceso complejo
El cuerpo se pone en marcha y la mente construye una experiencia emocional, nada sencillo o mecánico cómo sumar, restar o resolver un problema matemático, químico, físico o informático.
Para emocionarse o hacer emocionar debemos tener en cuenta muchas cosas cómo si es oportuna en el lugar o momento el desarrollo de alguna obra o trabajo que será expuesta en en un lugar o tiempo específico y al público al que se pretenda publicar la obra, si este está capacitado para descifrar y entender el mensaje que tuvo cómo intención llegar a enseñar algo o emocionar al público expect
ante. Vale la pena saberlo y aplicarlo.