El fallecimiento de un recluso en el penal de Tacumbú sacó del tapete cómo los grupos criminales están al mando de las cárceles del país. Rediseñar el sistema penitenciario podría ser la única salida a la problemática.
La degradación, la dejadez y la falta de salida son las principales características que componen una vida habitual en una cárcel nacional. No obstante, como si el nivel de vulnerabilidad no fuera suficiente, este viene a multiplicarse si un recluso no pertenece a una facción criminal.
El objetivo central de la justicia es poner mano dura contra hechos delictivos e individuos que atentan contra el equilibrio legal de la nación, pero lejos de lo que se piensa, la prisión puede llegar a convertirse en un entorno propicio para que la criminalidad se asiente y cobre fuerza.
“Aquellas personas que no son afines a ninguno de estos grupos por supuesto que se encuentran expuestos a una mayor vulnerabilidad, haciendo nulas las posibilidades de negarse a formar parte de una facción, debido a falta de opciones y garantías”, formuló Sonia Vonlepel, comisionada del Mecanismo de Prevención de la Tortura (MPT).
Sonia Vonlepel
Desde la mencionada institución apuntan a planes estratégicos e interinstitucionales para llegar a diseñar un mejor proyecto de intervención para empezar a observar resultados diferentes la problemática penitenciaria.
ORIGEN DEL PROBLEMA
De acuerdo a las explicaciones de Vonlepel, una de las posibles causas ligadas al alto nivel de criminalidad en las cárceles es el uso abusivo de la prisión preventiva por parte del Ministerio de Justicia, pues por ello llegamos a un 70% de personas con prisión preventiva.
“De las 15 mil personas que se encuentran actualmente en el sistema penitenciario, solo 4 mil posee una condena, el resto está con prisión preventiva. Así, más del 98% de los reclusos se encuentran hacinados, dejando en situación crítica a las cárceles del país”, demostró.
De este modo, los grupos criminales se ven fortalecidos porque al existir una menor presencia de órganos de control. Por ende, el problema debe ser abordado con diversas instituciones, con vínculos entre el Ministerio de Justicia, de Trabajo, de Desarrollo Social, etc., buscando la readaptación de los reclusos en la sociedad.
MÁS CRIMEN EN LA CÁRCEL
“La pregunta es cómo abordar los altos índices de criminalidad en las penitenciarías y lo que falta es un mayor involucramiento del Estado, pero en acompañamiento de diversos estamentos, pues esto requiere de un trabajo interinstitucional
Para la comisionada, responder a la vulnerabilidad existente en las penitenciarías con la creación de más cárceles, sería solo potenciar la presencia de más grupos criminales dentro de los penales. Por ello, apunta a una estrategia de diseño integral del sistema penitenciario, con un componente social y de seguridad en las prisiones.
“Al construir más cárceles, lo que hacemos es crear más soldados para los grupos armados. Teniendo en cuenta nuestros monitoreos, los grupos criminales que ocupan entre uno o dos pabellones son los del PCC y el Clan Rotela, este último más presente en el penal de Tacumbú”, subrayó.