Nuestra capacidad internacional es bastante reducida. Aquella expresión de Roa Bastos de que somos una isla rodeada de tierra tiene más que fundamentos cuando vemos cómo tratamos al mundo en circunstancias como la pandemia.
Ahí nos dimos cuenta que la solución no era solo encerrarnos, que deberíamos hacer un trabajo con los países con los que teníamos límites y, además, deberíamos tener un excelente grupo negociador para sacar ventaja de lo que significan en este momento negociaciones tan delicadas como las vacunas.
Allí probamos de nuevo que no tenemos capacidad de negociación, que nuestro Ministerio de Relaciones Exteriores no está preparado para esas cosas y que no tenemos un Gobierno Paraguayo que haya pedido, solicitado a los mejores paraguayos -especialistas en negociación, en logística, en organización, en planificación- para que sean convocados en este tiempo de pandemia a la que el propio presidente denominó “Estado de Guerra”.
En cualquier otra circunstancia, los países sacan lo mejor que tienen en término de recursos humanos y hacen trabajar por completo a todo el aparato productivo del país en favor de lo que significa salvar el sentido de soberanía.
Nosotros creímos que con la gente que tenemos en el Ministerio de Salud, la que tenemos en la Cancillería, en el Ministerio de Industria o al Presidente actual era suficiente, y nos fuimos de bruces. Ahora no tenemos nada, estamos desnudos, y la gente comienza a irritarse y con razón del alto costo que tiene elegir a gobernantes mediocres.
