La música es uno de los artes más importantes, no solo para disfrutar del sonido que hagan los instrumentos y voces, hacernos bailar o cantar melodías que aunque no tengan letra con el tarareo es suficiente para algunos. También reduce nuestros niveles de estrés, lo cual aumenta nuestra calidad de vida y nos vuelve más optimistas y fuertes . Además, actúa incrementando nuestras defensas y liberándonos de enfermedades oportunistas.
Desde hace tiempo se define a la música como una de las principales fuentes de placer y emoción de la vida. Nos casamos con música, nos graduamos con música, hasta escuchamos música cuando estamos tristes.
En cada cerebro hay lugar para la música. Dada la antigüedad, universalidad y popularidad de la música, hace tiempo que los estudiosos del tema asumieron que el cerebro humano debe estar equipado con algún tipo de lugar destinado a la música, una pieza de exquisita arquitectura cortical dedicada a detectar e interpretar las señales melodiosas de la música.
Los científicos tardaron años en encontrar pruebas concluyentes de ese campo específicamente musical.
Los sonidos en todas partes
La música nos rodea e inunda, nos hace emocionar, nos hace viajar en el tiempo, nos da fuerzas o nos llena en momentos de paz. La música se encuentra en cualquier parte, en cada sonido, en cada ritmo y en cada voz. Pero, ¿qué le ocurre realmente a nuestro cerebro cuando escuchamos una melodía? Por ejemplo, con la música conseguimos activar los dos hemisferios del cerebro y crear más conexiones entre ellos.
El cerebro humano consta de dos hemisferios. El hemisferio izquierdo se encarga de la parte más lógica, el razonamiento, los números, el lenguaje etc. Por otro lado, el hemisferio izquierdo gestiona las funciones más intuitivas, imaginativas y creativas.
Juntos hacen funcionar el pensamiento de acuerdo a las motivaciones que uno tenga para pensar o crear a través del uso que hagamos de nuestros sentidos si son bien usados para alimentar nuestra mente que consta de mucho espacio para albergar información que nos puede servir o no para algo de acuerdo a las demandas que tengamos en la vida.
Uno de los viajes más importantes de todo ser vivo que en el mismo puede hacer una travesía en paz con melodías pacificas, composiciones que ayuden a pensar en algo o ruidosas “obras” que no sirvan para construir o arreglar mentes sino solo para destruir y dañar cerebros que al continuar oyendo dichos estruendos a altos decibeles se somete a una autodestrucción de sus neuronas que servirían de algo si no están amenazadas constantemente por las “músicas” que en realidad son detonaciones para el oído humano.
Todo demuestra que debe tener sonidos de acuerdo a la situación, lugar, compañía y momento que nos toque existir.
Soy testigo fiel testimonio del poder de la música en mi vida porque al cantar volví a hablar luego de un fuerte accidente cerebral. El órgano que nos dió y da. Desde que nacemos ya existen sonidos que ayudan al desarrollo de nuestro cerebro. El bebé puede reconocer incluso la voz de su madre antes que cualquier otro sonido. Piensa que el oído es uno de los primeros sentidos que se desarrolla en los neonatos. Por eso es que se motiva a hablarles incluso durante el tiempo en que se estén desarrollando en el vientre de su madre y una vez concebidos y porque cantarles o hacerles escuchar buena música.
Un mundo en una música
Matemáticamente los escaneos de la corteza auditiva y agrupar racimos de células cerebrales con patrones de activación similares han hecho que los científicos identifiquen sendas neuronales que reaccionan casi exclusivamente al sonido de la música.
Otros sonidos como el ladrido de un perro o el agua corriente de un inodoro dejan impasibles a los circuitos musicales.
Un neurólogo y neurocientífico argumenta que “Somos lo que somos con la música y por la música”
La música ha sido objeto de un largo debate, la Real Academia Española la define como “melodía, ritmo y armonía, combinados”, “la sucesión de sonidos modulados para recrear el oído” también como “Arte de combinar los sonidos de la voz humana o de los instrumentos, o de unos y otros a la vez, de suerte que produzcan deleite, conmoviendo la sensibilidad, la alegría o la tristeza”3 . Estas definiciones proponen a la música como un lenguaje organizado, un elemento cultural y un factor generador de emociones e ideas para un fin particular desde el correr o pedalear hasta cocinar, asear la casa o disfrutar de la compañía de otras personas en vivo y directo. Ahora nos estamos yendo más allá de las definiciones clásicas.