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Martirio ucraniano

El domingo próximo se inicia la Semana Santa con el domingo de ramos y una gran mayoría piensa en el turismo local o internacional que comienza moverse lentamente tras la pandemia.

Es sin embargo cómo el ramadán de los árabes una ocasión que exige paz, reflexión y armonía para lograr reales conclusiones de meditaciones religiosas que respondan a los parámetros de la fecha sagrada para la mayoría cristiana. Una semana en la que desde hace tiempo se recuerdan los últimos momentos de Cristo en la tierra: la pasión, la muerte y la resurrección; es decir, desde que llega a Jerusalén proclamado Salvador, hasta que es procesado, muerto y enterrado y resucita en Pascuas.

Vivimos en un mundo cargado de problemas que una vez más serán cargados a la agenda divina para que desde allá se encuentre una solución a los problemas terrenales. Son tiempos de incertidumbres y de distracciones. Siempre esperamos de estos tiempos una mirada hacia el interior de cada uno.

En la carrera más difícil que tiene el ser humano es el vivir en armonía cómo dicen los orientales. Nosotros buscamos la felicidad que siempre es más compleja y extraña El tiempo actual nos muestra gente muerta en las calles de Bucha (Ucrania) donde el martirio domina las acciones de los ciudadanos fusilados por los invasores rusos. El papa Francisco se horrorizó de lo que ha visto afirmando que Caín sigue matando a Abel no descartando un viaje a Kiev para rezar por la paz.

Los ucranianos son de la religión cristiana ortodoxa, un primo hermano de los católicos que viven y sienten el martirio de Cristo cómo una interpelación profunda de nuestra condición humana. Ojalá hagamos algo de crecer desde adentro en la semana que se inicia con la entrada de Cristo a Jerusalén montado sobre un burro. Ojala viene del árabe: inshala (Dios Quisiera).

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