Cuando analizamos algunas características del modo de ser del paraguayo, saltan a luz que es cerrado, tradicionalista, desconfiado, receloso y mezquino. No sabe trabajar en equipo, le dificulta formarse en cooperativas, sociedades, etc. Por eso los cambios cuestan mucho y mas todavía trabajar un proceso de cambio que no sea de forma impuesta y abrupta. Existen varios motivos por los cuales algunos sectores pueden oponerse a una constitución. Urge un análisis de varios puntos que nos lleve a restructurar las reglas de convivencia para los tiempos que vivimos.
Lo mas común es que algunos sectores de la sociedad tiene intereses y privilegios establecidos que podrían ser afectados por una nueva constitución. Esto incluye grupos económicos poderosos, élites políticas o sectores que se benefician de la situación actual y les asusta perder sus privilegios. Por eso se resisten.
Otro elemento para algunos sectores puede ser el oponerse a una nueva constitución por temor a lo desconocido y la incertidumbre que podría generar. El miedo es un gran freno que nos paraliza y no nos deja ni debatir temas que nos puedan beneficiar. Por eso temen.
Diferentes sectores de la sociedad usualmente tienen visiones ideológicas y valores distintos. Una nueva constitución deberá reflejar una visión y unos valores que no son compartidos por todos, generando oposición por parte de aquellos que no se sienten representados en ella y dejando a los que no están protegidos a lo que Dios es grande. Por eso se resisten.
Temen a que se pueda socavar la identidad cultural, política o social. Pueden tener preocupaciones acerca de la protección de sus derechos, costumbres o tradiciones en el marco de una nueva constitución. Por eso no quieren.
Mucho tiempo debe darse para llegar a un proceso de redacción y aprobación de una nueva constitución. Para eso se debe debatir y no tener miedo a hablar. Paraguay se merece mirar hacia el futuro.
