El inicio de los playoffs ha sido de lo más agitado. Mucho más de lo que el espectador se esperaba. Se produjeron dos derrotas que, a la vista de los resultados y sensaciones en la temporada regular, eran inesperadas. Sobre todo en el caso de los Bucks. Los dos líderes de Conferencia, el equipo de Antetokoumpo y los Lakers de LeBron James parten como grandes favoritos para llegar a las Finales. Sin embargo, todo ha empezado torcido para ambas franquicias.
El caso de los de Wisconsin es más llamativo si cabe, pues la eliminatoria frente a los Orlando Magic se presentaba como una de las más desigualadas. La franquicia «local», que sin embargo no cuenta con ningún tipo de factor cancha a favor al no haber público, dio una lección de juego en la que Nikola Vucevic demostró que sigue a gran nivel en la NBA. Fue superior desde el primer momento a un Anteto notable pero muy solo. Eso, y la aportación de Terrence Ross fueron suficiente para doblegar a Milwaukee.
La otra serie entre el primero y el octavo, la que enfrentaba a los angelinos frente a unos inspirados Blazers, se preveía un poco más igualada. El factor Lillard y sus escuderos de lujo (McCollum, Anthony y Nurkic), podrían pesar. Y vaya si pesaron. Victoria con un estelar partido (uno más), para el MVP de la burbuja y la serie se pone a favor de Portland que, como dijo Carmelo, no tenían nada que perder e iban sin presión. Por el momento, las promesas del veterano se cumplen: han llegado a playoffs y está realizando actuaciones increíbles.
Pues bien, estas dos derrotas dejan un dato muy relevante: hacía 17 años que los líderes de la Conferencia Este y Oeste no perdían en su debut en playoffs. La última vez fue en 2003 y los implicados fueron los Pistons y los Spurs. Ambos, sin embargo, acabarían pasando de ronda y, además, en el caso de San Antonio, se proclamaría más tarde campeones de la NBA. Pese al batacazo inicial, tirando de estadística, hay motivos para seguir confiando en Lakers y Bucks. Eso sí, Antetokoumpo y LeBron necesitan encenderse.