La producción ecológica es mucho más cara y demanda más tierra
Ser vegano no tiene nada reprochable, como tampoco profesar el ovolactovegetarianismo o contentarse con combinar algunos aspectos de la dieta vegetariana con recurrentes incursiones por el mundo animal. El verdadero problema se presenta cuando se intenta imponer, en forma excluyente, alguna de estas formulas con el ilusorio criterio de que con ello viviremos más, con mas salud y de paso, salvaremos al planeta. Ni tanto ni tan poco.
En los últimos años se abre paso la idea de que la producción de alimentos debiera ser totalmente orgánica, una redundancia lingüística ya que hasta el momento, al menos, no hay alimentos no orgánicos, es decir, no procedentes del reino animal o vegetal. Hasta el ensayo de carne de laboratorio debe basarse en proteína animal multiplicada luego en laboratorio con procedimientos basados en la biotecnología.
Pero, ¿Qué ocurriría si en el futuro se prohibiera la agricultura tecnificada y mecanizada para reemplazarla por la orgánica que solo puede utilizar abonos naturales evitando los plaguicidas?
Estudios realizados por el Copenhagen Consensus Center, un grupo de expertos estadounidenses con sede en Lowell, Massachusetts, llegaron a la conclusión de que la agricultura orgánica es ineficaz, demanda mucha tierra y es muy cara y sólo lograría profundizar la escasez de alimentos si se adoptara a escala global. Bjorn Lomborg, investigador jefe de la organización, le puso números a estas conclusiones. Lo orgánico, dice, genera hasta un 44% menos de alimentos que los métodos convencionales. Al mismo tiempo, requiere hasta un 78% más de tierra que la agricultura convencional y los alimentos que produce cuestan hasta un 50% por encima de los tradicionales. Por si todo esto fuera poco, al rechazar el uso de organismos genéticamente modificados, se abriría una descomunal demanda de semillas “naturales” lo que desataría escasez y consecuente aumento de precios de todos los insumos propios de esta modalidad de producción.
Hasta ahora, lo orgánico se reduce a nichos de mercado para abastecer a pequeños colectivos que adoptan determinados hábitos de alimentación. Pero la demanda general depende de la producción masiva de granos que no solo forman parte de la dieta humana sino que también obran como complemento nutricional para animales de cría.
Romper este equilibrio traería imprevisibles consecuencias, todas negativas.
