Llevo mucho tiempo escribiendo frases cortas, palabras sueltas o párrafos largos sobre diversos temas y alguna que otra vivencia. La escritura fue desde muy niña, la manera de expresarme, de ordenar mi caos y estructurarlo en cuadernos olvidados, agendas regaladas, hojas sueltas y un blog personal en el cual, de forma catártica formulo ideas que rondan en mi cabeza.
Intuyo que todo comenzó con la lectura. Desde muy temprana edad amé leer, saboreaba cualquier libro como un niño degusta un helado en cono o como esa primera taza matutina de café. Leí sobre ballenas blancas y un hombre que cruzó valiente y alocadamente el mundo en ochenta días, me sumergí en las aventuras de una niña llamada Alicia y aprendí grandes lecciones de vida con un principito de capa y espada. Leí ensayos y novelas, poesías, cuentos y leyendas, disfrutaba ese momento donde mi imaginación volaba sin esfuerzo y en un instante podía estar montada en una alfombra sobre el Sahara.
Sospecho que eso me trae hoy acá. Un poco con la idea de que empecemos un viaje juntos donde, desde las vivencias de una mujer que este año cumple la misma edad que nuestra golpeada democracia, con el espíritu aventurero de esa niña que mencioné anteriormente y honrando a la generación pasada (muchos anónimos y varios conocidos) que luchó tanto para que hoy pueda expresarme libremente, les iré narrando la experiencia de ser migrante en un país de más de 120 millones de habitantes, los cuestionamientos de una comunicadora con grandes ambiciones y algunas frustraciones, la eterna búsqueda del crecimiento profesional en tiempos donde las diferencias salariales y oportunidades laborales siguen tan marcadas como en el siglo pasado, o las grandes interrogantes de la vida misma y que iré plasmando en este rincón.
¿El desafío? 1800 caracteres en una columna de opinión a ser publicada semanalmente y la cual podrás leer desde alguna pantalla o en papel, dándonos la mágica oportunidad de sentirnos cerca, aunque nos separen miles de kilómetros… ¿Comenzamos?