Comentario 3×3
Por Benjamín Fernández Bogado
Uno de los ejes centrales de cualquier organización social es la Constitución de un país, en el caso de Paraguay, la única redactada en tiempos de democracia y libertad, cumplió 28 años de manera absolutamente silenciosa el pasado día sábado. Ningún poder del Estado recordó a esta Constitución por sus características y por su extraordinaria manera en que ha presentado la configuración del Estado frente a los ciudadanos. Muy por el contrario, la historia de las constituciones en el Paraguay ha sido siempre relacionadas a Gobiernos autoritarios, hasta la de 1992.
La construcción de ese Estado social de derechos con una serie de instituciones nuevas no ha estado a la altura de los demócratas que tendrían que llevarla adelante y hacer de ella un documento primero, conocido y reconocido por todos.
Vivimos en un marco constitucional, pero hay muy pocos abogados que pueden saber incluso el número de artículos que conforman su Constitución, ya no digamos interpretar el texto que se ha convertido en este tiempo, especialmente la figura de la reelección presidencial, en un pérfida manera de buscar violarla a cualquier precio y modo. Es el tiempo de hacer que la Constitución sea conocida y por lo tanto tiene que ser sujeta de un estudio desde el kindergarden porque no se puede amar aquello que se desconoce.