Los transportistas siguen torciendo el brazo al Gobierno, no hay manera en que puedan encontrar la fórmula porque verdaderamente detrás de esto lo que existe es una complicidad entre los protagonistas públicos y privados.
En ningún lugar del mundo sacan los camiones militares, simplemente intervenían todas las empresas de transporte y el propio Estado pasaba a controlar el negocio de la mano de los propios choferes que podían ser contratados de la misma empresa u otros interesados.
Así opera un Gobierno que realmente está del lado de la gente, pero cuando el sector empresario está coludido, está complicado, como decimos en paraguayo con las autoridades públicas, la cosa siempre va en contra y en detrimento de los usuarios.
De nuevo grandes filas y colas esperando el autobús que estaba con reguladas como siempre, y el caradura de Ruiz Díaz, el vocero de los transportistas, afirmando de que no dan los números para operar en las condiciones actuales.
Además, habían cobrado el año pasado los subsidios como si estuvieran trabajando todas las unidades. Por un lado, siempre cobran, independientemente de cuántos vehículos circulen y, por el otro, se quejan porque no está la cantidad suficiente de personas montadas en sus autobuses.
Estos sinvergüenzas no van a terminar de extorsionar al Gobierno mientras alguien desde arriba o más arriba le tenga que decir: esto se acabó. Esto tiene que ser una acción de la Justicia, cada vez más distante y poco presumida de actuar en favor de la gente, o alguna reacción ciudadana que le ponga coto a esta forma de manifestación de la prepotencia, de la codicia tanto del sector público, coludido con el sector empresario privado.