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La guerra de los aranceles

Aquí no escribo acerca de las guerras entre Israel y Palestina o la de Rusia y Ucrania sino unas disparidades entre otros vecinos. Se trata de los EE.UU  y México, que afortunadamente no están en guerra, más lo que ocurre en el presente si no es controlada podría provocar dilemas desagradables entre los grandes países Norteamericanos.

Ahora tienen complicaciones por la decisión de Trump de  imponer aranceles de 25 % a las importaciones de México y Canadá hasta detener la «invasión» de drogas y «migrantes ilegales», además de uno adicional de 10% sobre los ya existentes a los productos de China. País que produce mucho para el mercado estadounidense; desde electrónica, ropa, medicamentos, comida y cualquier herramienta usada por cualquiera para lo que sea.

La presidenta mexicana Claudia Sheibaum afirma que los aranceles afectarían a ambos países. Sheinbaum insiste en su carta que se requiere de «cooperación y entendimiento recíproco» para atender tales problemáticas y explica que aplicar un arancel forzaría a México a responder del mismo modo «hasta que pongamos en riesgo empresas comunes». Esperemos que los serios dilemas del narcotráfico o migrantes ilegales encuentren soluciones sanas y libres del uso de la violencia para “reparar” diferencias que pueden corregirse dialogando y encontrando soluciones en común entre partes de cualquier dilema.

En Estados Unidos viven aproximadamente 38.8 millones de personas de origen mexicano, entre mexicanos y mexicoestadounidenses. Se estima que hay alrededor de 11 millones de inmigrantes indocumentados en los Estados Unidos, de los cuales más de la mitad son mexicanos. 

Aranceles por drogas

Algo que molesta desde hace rato a Trump, que ahora ha decidido recurrir a los aranceles para afectar las finanzas del país vecino con el fin de lograr tratar con el flujo de migrantes y narcóticos al país crisol por tener a muchas personas de variadas culturas y orígenes. Las mismas  se enfrentan a serias diferencias por las referencias y patrones de vida estadounidense que no se parecen a lo existente en su hogar de origen. Y deben ajustarse a cómo piensa el nativo que impone sus gustos o no concuerda con el extranjero que al no acomodarse a las reglas del juego de los EE.UU puede tener roces peligrosos con el habitante de la casa del valiente y orgulloso.

Como ejemplo, Sheinbaum cita los casos de fabricantes automotrices como General Motors, Stellantis y Ford, que operan en México desde hace 80 años y cuya actividad beneficia a ambos países, generando empleo y produciendo herramientas para ambas naciones.

Ahora  que estrenan presidentes y gobiernos  deben ajustarse a las referencias y patrones de paz y no inclinarse por la violencia de cualquier tipo desde la militar, digital o financiera. La guerra de los aranceles podría dejar varios muertos, heridos y contusos.

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