Ocurrió lo esperado. A pesar que el clamor popular rogaba que nos abandone un año para el olvido como el 2020, podemos decir que el único desafío que hemos superado es el poder cambiar el 1 por el 0 en el calendario: En este nuevo año, las camas de la Unidad de Terapia Intensiva siguen colapsadas, las tasas de contagios y de mortalidad gozan de buena salud, seguimos sin conocer el verdadero destino del millonario préstamos que pagaremos hasta el 2050, seguimos con niveles preocupantes en nuestros recursos hídricos, vemos por todas partes violaciones a los protocolos sanitarios, la tasa de desempleo sigue in crescendo.
Rogamos con desesperación que se vaya un año. ¿No estamos acaso delegando una tarea compleja al calendario?. La pandemia no tenía entre sus instrucciones fecha de vencimiento el 31 de diciembre de 2020, al menos nos dimos cuenta que esa ilusión (claro que todos nos ilusionamos con un fin expedito de la pandemia) era una falacia y que no podemos bajar la guardia en este momento.
No pongamos en otros el peso de lo que nos corresponde: Debemos cuidarnos a nosotros y a los demás, respetar los protocolos sanitarios, dependiendo de nuestra situación laboral debemos tomar acciones para mejorarla, para mantener y generar empleos. Toda responsabilidad que no sea directamente nuestra, se debe acudir a quién corresponda. De la pandemia no vamos a salir porque cambien los números del calendario, vamos a salir poniendo de nuestra parte, cada uno desde donde le toca.
¿No ha sido acaso nuestra misma gente la que se recuperó luego de cruentas guerras, dictaduras y confrontaciones civiles, sequías, inundaciones, enfermedades y otras catástrofes? No podemos dar lugar a chivos expiatorios, debemos cargarnos las responsabilidades al hombro y salir adelante, porque lo más poderoso que tiene una sociedad es su gente. Depende de nosotros.