El machismo, proviene de un conjunto de conductas y creencias de hombres, que tienen como arrastre estructural y de cultura la hipermasculinidad, que se refiere a la superioridad del hombre sobre la mujer, en que por su fuerza y poder, se los permitió la expresión negativa como: la agresividad contra las mujeres.
En tal sentido, una antropóloga argentina, experta en el feminismo, Rita Segato, expresaba en una de sus entrevistas: Aquello que hace pensar al hombre que, si él no puede demostrar su virilidad, no es persona. Está tan comprometida la humanidad del sujeto masculino por su virilidad, que no se ve pudiendo ser persona digna de respeto, si no tiene el atributo de algún tipo de potencia.
¿Cuáles son las potencias masculinas? No sólo la sexual, que es la menos importante, también la potencia bélica, de fuerza física, económica, intelectual, moral, política. Todo esto está siendo concentrado por un grupo muy pequeño de personas, y hoy el hombre es una víctima también del mandato de masculinidad.
Ante los hechos de violencia contra las mujeres y de los casos de feminicidios. El hombre no logra esclarecer su mente, también se vuelve víctima del sistema estructural machista, creyendo que no puede estar en una situación de “víctima”, si deja de ser el hombre viril, que tiene poder sobre la mujer, siente que está traicionándose a sí mismo por su condición de ser “el hombre macho”. Cuando ocurre una infidelidad, o la mujer decide abandonar la relación, el hombre se vuelve loco, y confundido, como si dejara de ser “el dueño y señor”, pierde el control sobre la mujer, y automáticamente su reacción es usar su propia fuerza solo para dañar, y no logra controlar sus impulsos, cuando comete lo peor, y empieza a dimensionar lo ocurrido, no sabe que hacer, en algunos casos, se auto elimina, en otros, por la rabia que concentra, en forma de venganza, la descuartiza. Ahora bien, si el hombre es infiel, o decide terminar su relación con la mujer, “lo normaliza” y no pasa nada. ¡Qué ironía!
Es importante que el hombre cambie de visión, su manera de pensar, a desaprender la cultura machista instalada dentro de la sociedad, que si bien hubo una mejora, nos falta comprender que esas conductas genera más violencia. Debemos comprender que, tanto el hombre como la mujer tienen el poder de decisión y la libertad plena de elegir y estar con quien desee en una relación amorosa, y ambos deben tener la suficiente madurez para “respetar, perdonar y/o soltar” cualquier situación y de error humano.
Nos queda buscar la forma de restaurar la sociedad, entender que somos iguales, y que el hombre no tiene más autoridad, potencia, poder, moralidad y soberanía sobre la mujer.
Erradiquemos estos automatismos machistas que están destruyendo a tantas familias.