La palabra tiene sus raíces en el latín concertatio, concertación es el proceso y la consecuencia de concertar, acordar, convenir o estipular. En la política es una poderosa herramienta que puede agrupar a diferentes sectores, establecer acuerdos programáticos y garantizar una gobernabilidad. Esas son algunas diferencias básicas con la Alianza, que sólo permite acuerdos entre 2 sectores y culmina con las elecciones.
Hoy varios actores políticos y sectores están madurando la idea, como Blas Llano, los Intendentes, Yd, Prieto, los intendentes liberales, los representantes de PPQ, Hagamos, PEN, Independiente, y a la espera que se sumen los sectores de la izquierda para seguir dándole forma a la propuesta.
Estas 3 décadas de democracia nos ha enseñado a base de tropiezos, victorias y algunas conquistas importantes, que el camino ineludible son los acuerdos y, que la falta de diálogo y el no cumplimiento de estos, generan desconfianza, derrotas, y en el caso de triunfar, debilitan al Gobierno.
En el 93 perdimos la oportunidad de generar una alternancia al ir en 2 frentes con dos candidatos muy populares. En el 98 se aprendió la lección, pero el escenario ya era otro. El 2008 fue el logro más importante en la era democrática, lo que significó la alternancia pacífica de un signo político a otro en casi 200 años.
El Gobierno de la Alianza Patriótica ganó de manera contundente, pero también dejó cuestiones pendientes en cuanto a acuerdos y varios heridos por el camino. Se avanzó bastante en políticas sociales, energéticas, en Derechos Humanos y varias áreas, así como también se tuvo falencias. Es lógico, fue la primera experiencia y faltó algo clave; Gobernar con una Concertación, es decir, reglas claras preestablecidas, espacios en el gobierno con representación equitativa de todos los sectores integrantes.
En las últimas elecciones buscamos el poder con una herramienta desfasada, la Alianza.
Las experiencias en Latinoamérica, en Chile y Uruguay principalmente, son modelos a imitar, en donde la Unidad se da entre partidos de varios sectores democráticos con ejes bien delimitados. Imaginemos por un instante que esto es POSIBLE en el Paraguay. Que todos los sectores reivindiquen 20 a 30 puntos claves para el gobiernos, que se analicen las propuestas de los partidos y se coincidan sólo en 10 puntos, y que estos sean de cumplimiento obligatorio, y el Eje en lo energético sea la Soberanía en ITAIPÚ y Yacyretá, que grande será el cambio en el Paraguay.
Intentemos, no será fácil, es una construcción que se hace con muchos renunciamientos y anteponiendo el proyecto a los candidatos. Si no lo hacemos, el resultado ya lo tenemos a la vista todos los paraguayos.
